viernes, 9 de octubre de 2009

Pozo de deseos

A 50 metros: una habitación de grandes ventanas y por supuesto grandes cortinas, y las ventanas con rejas de formas diversas para adornar y no despertar nuevamente la fobia al claustro que ella tenía, estaban siempre en la misma posición y ella cavaba de a poco un agujero para intentar salir de ahí cuando la puerta no funcionaría porque no la iba a conducir a donde el hueco que construyó si, porque desde hace varios años, 3 ó 4, su cuerpo se olvidó de desear y nunca más pudo responder a los besos que le daban, sus labios se paralizaban porque temían la agresión que reemplazaba a la caricia: todo por no saber desear...

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