Hace 6 meses asistí a una terapia holística en tanto que traductora, fui el contacto entre el terapeuta y la consultante, la sesión virtual fue preparada con todo el amor, nosotras en mi casa, él al otro lado del mundo, la sala, los equipos, té, pañuelos, comida, etc. Al final fue muy duro, sentí que no lo hice bien, no logré la neutralidad que es necesaria, me dejé dominar por la empatía y por toda la información que unos días antes empezó a llegar sin que fuera yo quien realizara el procedimiento, pero el terapeuta que es sabio y lindo manejó todo bien. Ella se quedó unas horas más, tratando de comprender la experiencia, desahogándose, haciendo preguntas, llorando. Cuando se fue en la madrugada no volvió a entrar en mi casa, su cambio de actitud fue radical, me evitaba, cuando teníamos una cita cancelaba en el último minuto, cuando debía devolverme algo lo enviaba con alguien más, como si no quisiera ¿confrontarme? como era una persona muy querida me fue difícil asumir la distancia por la que ella había optado. No fui yo quien le causó las heridas y la distancia me conviene. Esa sesión me enseñó un montón. Pude trabajar muchas cosas en mí a partir de esa experiencia. El acompañamiento terapéutico y la lucidez para asumir que hay que sanar son cosa buena.
jueves, 10 de abril de 2025
Chao
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