Siento mucha nostalgia al observar desde la distancia los rostros de la dignidad, gracias a los manifestantes y voluntarios del paro nacional del Ecuador por la gran lección.
El orgullo es más grande que la decepción que también me inunda al ver la pasividad, la apatía y a tanto ciudadano de bien: bien racista, bien clasista.
Una ministra de cultura que cree que el arte no debe hacer política, un gobierno que vulnera a su pueblo, violencia contra el que levanta su voz, la ignorancia sobre la identidad... Chuta.