miércoles, 31 de marzo de 2021

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla


La lectura del azar dibujado en unas cartas, pretendía conducir no solamente el rumbo de quien creía en sus presagios, sino también el de la tinta con que éste anotaba palabras sin sentido, mezclando verbos con adjetivos, omitiendo tildes y con ciertos desastres de puntuación. La tinta, azul, claro, se rehusaba a ser conducida por una adivinación insensata que sólo la llevaría a ser una mancha más sobre un soporte blanco, a olvidar a la pluma que la transformaba y al papel que la absorbía. Mientras otros se conforman con los consejos de quien nada sabe de ellos, tinta quería diseñar su propio camino, pero el azar insistía en predecir, tinta no quería. Pensó que su angustia no la salvaría de los atropellos del presagio así que se dejó llevar y le hizo creer al augurio que por sus propios medios había logrado descubrir lo que el futuro, ese inasible, le deparaba, con curiosidad exigía el agüero saber lo que iba a pasar y tinta le dijo: me convertiré en el punto final de esta historia.

Escritura creativa

En el taller de hoy trabajamos con el libro de las transformaciones, gracias por ser parte de esto Marlene A. Danilo, Mirian, Viviana, Amparito, Isabel y Andrea. Lo de hoy es un presagio de mucha lindura en las sesiones que vienen ;-)

domingo, 28 de marzo de 2021

Escritura creativa y maternidad

Por Vanessa Padilla, dedicado a mi amiga Miriam Vásquez Mina

Respirar profundo y soltar, dar bocanadas de aire intensas y luego vaciar para recomenzar, no sé qué camino seguir, mi laberinto es un ovillo de plata que nace en mi ombligo y me conecta con la complejidad del mundo entero, desenredarlo o cortarlo, unirlo nuevamente o dar marcha atrás y descubrir que olvidé cómo llegué hasta aquí. Mirar al cielo, seguir las nubes, ver en las estrellas una guía, cerrar los ojos y caminar a tientas, dejando que la luz de mi intuición me lleve por el sendero que he de seguir, los pies descalzos, el frío de la humedad, el miedo a lo incierto, pero las estrellas contrastan con la profundidad del azul, la esperanza de la luz, seguiré andando, el no mirar por dónde voy no elimina el peligro del  camino, ya no quiero ignorar, quiero abrir los ojos y tener el valor de dar un paso más, el péndulo me indica que el izquierdo es el camino y lo apruebo porque es la dirección que más sentido le da a mi existir, sin embargo, el camino se hace largo y los corredores cada vez más angostos, cuando me siento atrapada y casi sin aliento, vuelvo a respirar profundo y las bocanadas son aún más intensas porque mi angustia me vuelve temerosa, entonces empiezo a obedecer a mi intuición, las opciones no son adelante o atrás, o derecha e izquierda, son continuar o derrotarse, son respirar o morir, todo se vuelve muy duro, siento que algo o alguien me persigue, no lo puedo ver pero me atormenta esta sensación ¿por qué le temo, si ni siquiera sé si está ahí, por qué siento que se acerca, por qué me persigue, por qué a mí? mi intuición me dice date prisa, no importa hacia dónde vayas, lo que importa es el ritmo, el ritmo del ahora debe obedecer al latido de tu corazón y tu miedo lo ha acelerado, no me atrevo a discutir con mi intuición ni a cuestionar sus ideas, pero doy pasos rápidos y poco a poco empiezo a sentirlos más firmes, mis pies no tienen idea de por dónde van, y sin embargo, ni el frío de este lodazal los ha rendido, el frío subió hasta el pecho, pero el ardor del corazón pudo más, la corazonada se volvió la brújula del este senda y el calor de la esperanza iluminó el atajo que me ayudaría a salir de aquí, a respirar profundo y soltar, dar bocanadas de aire intensas y luego vaciar para recomenzar, el camino que recorra será siempre el que debo seguir, no hay piedra que la vida no haya puesto en mi camino sin la intención de engrandecer mi alma, con un paso tras otro y sin muros a los costados respiro un aire precioso... y suelto. Salí de mi maraña una vez más, el hilo que me conecta al mundo se esclarece, lo he tejido como una trenza y me adorno con ella para sentirme linda, doy mis pasos con mis pies desnudos sobre un barro que construye camino, no tengo miedo, empiezo a cantar.
 

Escritura creativa y maternidad

En el cierre de este taller de escritura creativa y maternidad quiero dar las gracias a Teg Kriya Kaur por la invitación a realizar este trabajo conjunto y a Marlene A. y Marlene G. por su participación de esta tarde-noche de caminos, andanzas y decisiones.

viernes, 26 de marzo de 2021

Escritura creativa

Decisión
Por Mirian Arévalo
María tiene enferma a su mascota llamada Belita, su niña mimada, compañera de su día a día, el consuelo de sus soledades, alegría de su corazón, con sus brincoteos, miradas, cariños y jugarretas. Ya lleva meses luchando con su dolencia, proporcionándole el cuidado debido para convalecerla, pero ésta aparece una y otra vez, después de dos operaciones y su corta mejoría, ella vuelve a postrarse nuevamente. Decide entonces a más de sus oraciones encomendarse a Dios mediante sus intercesores, San Roque y San Francisco, patrono de los animalitos, y ayudarse con medicina alternativa, ya ha pensado en la decisión que debe tomar si el dolor aparece y el sufrimiento de su mascota se vuelve insostenible, consulta con la almohada por las noches mientras su corazón se acongoja y las lagrimas comienzan a aflorar, decide una vez más aferrarse a su fe y seguir esperando que el milagro ocurra, consciente de que éste depende de la voluntad de Dios, y de lo que él depara en nuestras vidas, esperará hasta el último momento, consultará la opinión de otros médicos veterinarios, de manera que le quede la satisfacción de haber hecho todo lo posible por prolongar la existencia saludable de ese ser que le dio tanto amor con su vivir. 

Escritura creativa

 DECISIÓN

Por Marlene Arévalo 

Cuántas veces tenemos dudas a la hora de tomar decisiones, quién no se ha dejado llevar por las emociones cuando la mente aconseja hacer lo contrario.

En muchas ocasiones llegamos a cerrarnos, no escuchamos algún tipo de consejo o ayuda de otras personas.

Una joven bachiller que desea iniciar sus estudios, acude a la universidad para ingresar a una carrera llamada Sociología y Ciencias Políticas. Esta carrera la llevó a conectarse con la lectura de obras de Marx, Engels, Hegel, Kant, Feuerbach y muchos más.

Al llegar a cuarto año podía observar que sus compañeros ingresaban en el campo laboral, en instituciones como Ministerio de Bienestar Social, de Trabajo y otros, es decir, en  aquellos acordes con la especialidad. Fue en ese momento que empezó a dudar de la elección de su carrera. Solamente pensar en trabajar tras un escritorio la espeluznaba.

Estuvo a pesar de ello muy a gusto siguiendo esta carrera, a pesar de darse cuenta que no era lo suyo, quizá tardíamente. Fue cuando empezó a dudar.

No acudió al de tin marin, o piedra, papel o tijeras, porque la decisión a tomar era extremadamente importante. La consulta con la almohada ayudó mucho y no una noche, sino varias.

Analizar qué es lo más conveniente fue la siguiente tarea y esto le permitió tomar la decisión más lógica que era ¡empezar de nuevo!

Ingresó nuevamente a la universidad para iniciar la carrera de Pedagogía, creyó que esa era la decisión más acertada, lo sigue afirmando, luego de haber laborado como docente por cuarenta años y de haber encontrado la realización plena con esta profesión.

Existen muchas personas cuya mente luego de analizar una situación querrían tomar un camino profesional, mientras que sus emociones desearían tomar otro.

Generalmente en el interior de los seres humanos existen brújulas que pueden guiarle a la hora de tomar una decisión, llámese ésta intuición o sexto sentido. A veces experimentamos emociones que nos invitan a cometer locuras, con las que nuestra mente racional no está de acuerdo.

Hay decisiones que se toman desde el alma, escapan a toda lógica racional, las tildan de absurdas, sin embargo, a pesar de no ser elecciones correctas, el tiempo demuestra que se trata de una acción llena de experiencias inimaginables que llenan el corazón de alegría, aunque no siempre sea la elección correcta.

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

Escritura creativa

DECISIONES
Por Amparo Chiriboga 

La noche puede ser la más esperada, luego de un día largo de trabajo, pero también puede ser interminable, cuando hay un pequeño no se qué… rondando tu cabeza y hoy, estoy en una de esas noches. La cama, parece ser un mar profundo y frío, y las cobijas, las grandes olas que vienen hacia mí, y me ahogan, me sofocan, me enredan. 
Me provoca salir, corriendo y caminar por la orilla de ese mar, inquietante. Mi cabeza es ese mar, en ella hay preguntas, dando vueltas todo el tiempo, esperando cruzarse con la respuesta correcta, pero no he logrado pescar ni una sola. Quizás la moneda, aquella que el abuelo me regaló, podría ayudarme. Dejo la gran tormenta de confusión en la cama y salto a buscar la moneda, abro uno y otro cajón y no la encuentro, empiezo a desesperarme, ahora tengo otro problema… la moneda del abuelo no está.
La noche va terminando, el reloj avanza, ¿qué hacer? Mis pies descalzos y fríos, me llevan al jardín, siento el frío en mi cuerpo y mi mirada va hacia una margarita. De repente, recuerdo que debo decidir ¿qué hacer?, antes del amanecer. Tomo la margarita y me siento, en medio del silencio. La margarita deja caer una leve gota de rocío, que se desliza por mi mano, lo tomo como una señal, acaricio sus pétalos y empiezo a deshojarla. SÍ, no, sí, no... de pronto un ruido ensordecedor … me despierto sobresaltada y con un movimiento torpe intento tomar el despertador, pero accidentalmente boto la brújula que había dejado sobre la mesita de noche. 
La recojo y miro en ella señalar hacia el sur… Camino en esa dirección, abro la puerta que da al jardín y ahí está, la pequeña margarita… la deshojo o no.
 

martes, 23 de marzo de 2021

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla

Siempre es más fácil cuando todo viene dado y ahora me encuentro en el aprieto de elegir, me pregunto qué pasará si tomo un rumbo o el otro, si no hay marcha atrás, si me equivoco, si me pierdo, si me juzgan, si me arrepiento… toda la disyuntiva está en que desde siempre me acostumbré a que las decisiones las tomaran por mí, pero debo irremediablemente tomar las riendas de mi vida y dirigirme hacia mi meta que es ser yo misma, aunque el precio de un error sea el fracaso, de todas formas el riesgo es sólo mío y el reto de la aventura será hallar alegría a cada paso, empiezo a bailar el péndulo y cuando le pregunto si estoy lista se ríe de mí: -cómo voy a saber mejor que vos si estás lista… bueno, bueno- y me marca con intensidad un círculo lleno de energía, mi péndulo me autoriza, me da carta blanca para continuar y mientras sigo mi andar lanzo una moneda por los aires y la veo danzar reflejando intermitentemente la luz del sol, siempre quiero que caiga en la palma de mi mano pero nunca cae donde quiero así que debo correr detrás de ella cuando se va rodando por los suelos, después no me acuerdo bien qué consigna determiné para cara y cuál a cruz, pero no quiero seguir corriendo detrás de otra moneda así que doy unos golpecitos en mi frente para recurrir a mi intuición, mi brújula, la que me muestra el sur, la que me indica las coordenadas exactas de mi posición en el mundo, la que me muestra en imágenes, memorias, sentimientos mi rumbo, cuando la puerta que quiero abrir es la que me lleva a mi destino y me salva de caer en los laberintos inhóspitos del miedo y la incertidumbre, mi brújula y mi farol, dormida y despierta. Se ríe el péndulo nuevamente y en tono de burla me pregunta si quiero saber si estoy lista para dar el siguiente paso. -No pues- le digo, -cómo vas a saber mejor que yo-. Aquí voy.

 

 

 

Escritura creativa

Gracias Marle A. Isabel G. Mirian, Viviana, Tomás, Amparito y Andrea por participar en el taller de escritura de esta tarde-noche de rumbos y decisiones. Pura magia y lindura.

Apaga la tele

Creo que se debería boicotear y dejar de consumir no solo los productos de las empresas que auspician el programa en el que se maltrata e intenta someter a un invitado, coartando su libertad de expresión, (coincidir o no con sus ideas ideológicas es otro tema. Yo coincido <3 @FernandoCasadoG). También creo que se debería boicotear y dejar de consumir esos programas donde la violencia parece la regla del juego. Apagar la tele los deja sin audiencia y sin respaldo, tal vez ahí se den cuenta de que el público merece calidad. El periodismo en Ecuador parece ficción de la mala. 

domingo, 21 de marzo de 2021

Escritura creativa y maternidad

Por Vanessa Padilla

 

Chiquita, con los pies desnudos en contacto con la tierra, revoloteaba e imitaba el gesto de un pajarito, mientras saltaba y aleteaba en el jardín intentaba no dañar las flores en su camino, luego se posaba elegante para improvisar una melodía y continuaba su aleteo esquivando al perro, las gallinas, la tortuga y al conejo, su alegría era desbordante hasta que vio que un ave se había lastimado y no podía salir de su nido, se podía observar cómo su deseo de libertad le abrumaba y le hacia sentir su hogar, que con tanto esfuerzo y amor construyó, como una pequeña prisión que quería abandonar pero no podía, entonces Chiquita deseó con todas sus fuerzas ayudarle, sabía que si parpadeaba con mucha intensidad, una de sus pestañas largas como abanicos se caería y podría jugar y pedir como deseo la libertad del pajarito, pero no funcionó porque la pestaña debe caer azarosamente y aquí fue deliberado, mientras el emplumadito se acongojaba, Chiquita se apresuró a pedir a su mami que le ayudara a encender una vela, ambas creen que el fuego es una representación física de la divinidad y ¿quién más poderosa que ella para cumplir los deseos? Con mucha fe pidieron juntas por la libertad del pajarito y de la humanidad entera, pero el deseo se puso muy grande y tomaría algún tiempo cumplirlo, por ejemplo llegó la noche y nada había cambiado, Mamichiquita y Chiquita miraban la silueta de la rama del árbol donde se posaba el nido con su prisionerito y detrás vieron un cielo de color añil en el que tintineaban las estrellas, creció la esperanza y con un destello en un instante cruzó la inmensidad de la noche una estrella fugaz que anunciaba: -tranquilo plumoncito, en ningún lugar puedes estar mejor que en tu propio hogar, date el tiempo de recobrar las fuerzas, de que tu alita se restablezca para que puedas volar, ama cada una de las ramitas que construyen tu refugio porque hay quienes no han logrado llamar a su espacio “hogar” la prisa es para las fugaces estrellas, las chiquitas te cuidarán para que no te falte alimento ni agua, no tendrás que devolverles nada, son ellas las que te devuelven con gratitud la belleza de tu canto. Y así luego de unos días ese nido se llenó de amor por aprender en la dificultad la maravilla de ser libre, de tener quienes nos cuiden y nos quieran, y poder tener siempre algo que dar aunque siempre es más lo que se recibe. 

Escritura creativa y maternidad

Gracias Eli, Alejandra y Teg por su participación en el taller de escritura creativa y maternidad, por abordar con las letras los rituales, los deseos y la magia.

Escritura creativa

 UN FERVIENTE DESEO
Por Isabel Guaricela
Frustrada y casi vencida, Fátima estaba cansada de esperar que cambiara la situación en que vivía su familia. Su marido había perdido el trabajo hace dos años y con mucha dificultad conseguía llevar algún alimento para su pequeña hija de cuatro años, que ya presentaba signos de desnutrición; ellos, se contentaban con saborear uno que otro mendrugo que le sobraba a la niña. Así fue que Fátima decidió empeñar su única prenda de valor que llevaba consigo, su anillo de bodas. Consiguió dinero suficiente para adquirir frutas frescas con el fin de venderlas en su vecindario. Inició su pequeño negocio con mucho entusiasmo; mas, pronto se dio cuenta de que las frutas se le dañaban y los vecinos no compraban; tampoco ellos tenían dinero para solventar sus necesidades, uno que otro se atrevió a proponerle un trueque de uvas por objetos, que en realidad ella no los necesitaba. Entonces en Fátima fue creciendo el deseo de salir de Vlore, el pueblo que la vio nacer, y el que, aunque ella se negaba a reconocer, estaba casi deshabitado porque sus ocupantes habían preferido dejarlo, en lugar de seguir escuchando las promesas de las lejanas autoridades que repetían día tras día, mes tras mes, año tras año:” la crisis pasará y pronto tendremos una vida mejor”. Para Fátima, la palabra crisis era sinónimo de hambre y estaba harta de sentirla en carne propia.
La idea de dejar el pueblo se convirtió en una obsesión, y Fátima, con sutileza y con argumentos por demás objetivos, convenció a su marido.  En medio de sus cavilaciones, la mujer recordó que su madre cada mes alzaba su mirada al cielo para pedirle a la luna nueva lo que más anhelaba en su vida, y, aunque estaba segura de que su madre no consiguió realizar sus deseos, ella también le pidió con vehemencia a la luna tierna que le permitiera dejar Vlore con su familia en la próxima embarcación; saldría del lugar con dirección a un país vecino donde, por lo menos, podrían tener una comida al día, eran los rumores de sus coterráneos que habían logrado llegar a ese lugar. 
Llegado el día de la partida, recordó haber escuchado a alguien que se le cumpliría el deseo si se paraba en la puerta de su casa y soplaba canela en polvo en la dirección que quería emprender; así lo hizo, luego, junto a su marido y su pequeña hija salieron de la casa con un atado de ropa en sus espaldas, eran los bienes que podían llevar consigo. Se dirigieron a la embarcación que los esperaba acoderada en la playa y que significaba un cambio en su vida. Cuando se acercaron, vieron una nave elemental con capacidad para cincuenta personas, se leía claramente en un escrito garabateado en la popa; mas, cuando ingresaron y trataron de acomodarse en su interior se dieron cuenta de que el lugar estaba atestado de gente. De pronto, una voz ronca salió con dificultad de un altavoz y entrecortadamente les pidió enumerarse, el último número que se escuchó fue OCHENTA Y SEIS. A nadie le importó el sobrepeso y zarpó en medio de la bruma de una mañana sombría y helada. Eran 72 kilómetros que debían atravesar para llegar a puerto seguro, si así se podría calificar a la incertidumbre que los esperaba. Pero esta vez no tuvieron suerte, el mal tiempo, el exceso de pasajeros y las arriesgadas maniobras que debía hacer el inexperto capitán para evadir los controles marítimos a los que estaba sometida esta transitada ruta, hizo que la embarcación zozobrara casi al llegar a su destino. Entre gritos, brazos al aire, bultos encima, arena por todos lados, algunas personas fueron a dar a la orilla. La pequeña niña, hija de Fátima, golpeada y fregándose los ojos, como que despertara de una pesadilla, rápidamente se puso de pie y buscó a sus padres entre las personas que estaban a su alrededor, como no los encontró volvió sus ojitos al agua y lo que vieron fue solamente una gran cantidad de bultos que flotaban y lentamente se iban dispersando. Por un momento se quedó quieta, como dándose tiempo para comprender lo que había sucedido, entonces se alejó un poco del grupo y dibujó con sus deditos la figura de su madre en la arena y se acunó en su pecho. Cuando se acercaba la noche, alzó su mirada al cielo, le pareció ver a su mamá en una estrella fugaz que brillaba intensamente, sentía su calor cada vez que titilaba y, al mismo tiempo, escuchó estas palabras: “hija, no pude cumplir mi propósito, sigue el camino junto a estas personas, quizá con ellas encuentres la vida que mereces”. La niña cerró sus ojitos, sonrió y perdió su aliento, se quedó para siempre en el regazo de su madre. 
 

miércoles, 17 de marzo de 2021

Escritura creativa

 * Buscando polillas *
Por Andrea Enríquez
Cuando Victoria llegó al pueblo, lo primero que hizo fue entrar a la iglesia de la plaza central. Miró la compleja y antigua estructura de madera con la que estaba construida, miró los santos en los retablos laterales, estaban cubiertos por telas moradas, seguramente era Semana Santa. Salió sin pedir deseo alguno. Se dirigió al centro de la plaza, miró por un largo rato la fuente que allí se encontraba. En el fondo de ésta había muchas monedas, brillaban como evidencia de un sinfín de deseos anhelados, tal vez ahogados. Miro el reloj, eran exactamente las 11:11, Eniq tenía ya 11 minutos de retraso. Victoria decidió no esperar más, levantó su mochila del piso, donde la había descargado para descansar un momento en tanto llegaba Eniq. Pero él siempre la dejaba esperando. Talvez el deseo no era de dos, solo de uno. 
 
Después de una hora y once minutos de caminata, llegó a la parte del bosque en donde el camino se volvía complicado. Respiró profundamente, cerró sus ojos por un momento. Antes de dar el primer paso, arrancó de un lado del sendero una flor de león, estaba seca. Inhaló una vez más y pensó vehementemente mientras la soplaba: - Por favor, que mi deseo se cumpla -. El viento que llevó las semillas de la flor hacia el sendero del lado izquierdo fue la señal para Victoria, quien no dudó en tomar ese camino.
 
Después de tres horas y treinta y tres minutos, la tarde empezaba a teñir de colores rojizos todo el bosque. Victoria algo nerviosa, pero segura de sus pasos guiados por el viento y las semillas del diente de león, descubrió que estaba llegando a su destino. Esa noche era noche de luna nueva, era noche de profunda oscuridad en el bosque, pero ella estaba ahí, con todos sus miedos en la mochila, enredados con la ilusión y el anhelo del deseo que guardaba en su corazón. 
 
La luna que apenas empezaba un nuevo ciclo, vino entre risas y algo de lástima a contarme que una niña con expresión de derrota y victoria al mismo tiempo, se había adentrado en el bosque guiada por las semillas de una flor de diente de león. La luna me dijo también que la niña la había invocado, y eso sí que me conmovió. Cómo se le ocurre pedirle luz a la luna en el día de su mayor oscuridad… Decidí pasar por ahí, quería ver a la niña y entender qué era lo que estaba buscando del bosque, de la noche, de la cueva y de la luna. Me acerqué desde el Oeste, pasé sobre ella y me fui rápidamente por el Este. Sé que ella me miró, levantó sus brazos y extendió una sábana blanca entre las ramas de un árbol. Mientras me ocultaba alcancé a mirar con un último vistazo que la sábana se estaba llenando de criaturas, volaban directamente hacia la tela… Yo no llegué a comprender qué hacía la niña, pero siento que me agradeció. 
 
Cuando mi sábana blanca se llenó de estas majestuosas polillas, le agradecí a la luna nueva por concederme el deseo de ver a esta hermosa estrella fugaz… siento que el universo entero confabuló para que todo se dé de esta manera. 

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla 

Deseaba tanto tenerlo frente a mí, que cada vez que lo lograba me evaporaba de los nervios, soy así etérea, tengo miedo y la mayor parte del tiempo no tengo idea qué decir, ahora estoy caminando por un sendero de tierra en el que crecen flores silvestres y en mis pensamientos construyo el reencuentro: el desastre que conlleva semanas enteras de frustración y pensadera, tartamudear, regar el café, hablar de cosas vanas, mis nervios me traicionan, pero es la emoción incontenible de un encuentro idealizado, efímero, clandestino y sumamente arruinado como un café que ya no humea o unos ojos que no se pueden mirar fijamente por miedo a descubrir que la abstracción fue en vano. Entonces camino divagando (por aquí anduvimos alguna vez) observo las piedras, el polvo, las lámparas en las calles envejecidas, las paredes de adobe y los dientes de león rodeados de semillas, arranco un ramillete y lo soplo con el deseo más ferviente de retroceder en el tiempo, pero el tiempo no da marcha atrás, es lindo ver volar estas cositas blancas sutiles, pero ¿de qué sirven si no cumplen lo que anhelo? La belleza es tal vez el deseo cumplido, me detengo frente al riachuelo que en ese entonces no nos atrevimos a cruzar, me siento para escuchar el agua y de mi cuaderno arranco algunos cuentos que siempre le escribo, doblo el papel y termino formando 3 barquitos, los echo con ilusión al agua para que me cumplan los deseos del pasado, del presente y del futuro, me doy cuenta de que al anochecer lo he perdido todo, los barcos y la idealización de mis deseos y desde lo alto un destello me recuerda que es hora de volver: -Te veo desear lo inalcanzable, y envolverte en un pasado que solo vos recuerdas, suelta los miedos, los apegos, las añoranzas, sé fugaz como lo soy yo que en este resplandor he podido ver lo que tu corazón guarda, lo que deseas se hará una noche, yo estaré ahí para mostrar el momento, tal vez volveré como luz, como canto, como aroma. Desea muy fuerte un reencuentro menos desdichado, sueña despierta y escribe poemas, que en letras se construye de a poco tu historia. El tiempo apagara la distancia, tranquila, el cielo es el mismo. 

martes, 16 de marzo de 2021

Escritura creativa

Gracias a Marle A. Andrea, Isabel G. Tomás y Marle G. por participar en el taller de escritura creativa, cada sesión es un deseo cumplido.

domingo, 14 de marzo de 2021

Escritura creativa y maternidad

Por Vanessa Padilla 

Nací de la tormenta de un cielo enfurecido por la injusticia, no puede ser que desde lo alto se pueda ver tanta crueldad y no reaccionar ante ello, el sol brillaba sol-emnemente, danzando con el canto de un pajarito, cuando con un movimiento brusco una piedra lo golpeó mientras unos niños, uno grande y uno chiquito, reían sin darse cuenta de que su juego con la cata apagaría su voz para siempre, el sol lo vio desplo/umarse, y claro que otros pájaros cantarán pero la voz no será jamás la misma, por tanto su baile tampoco, el sol evaporó con furia el agua del arroyo y su enfado hizo de mí una nube bastante zen para lo que se podría esperar en estos casos, empecé a respirar profundo cuando me di cuenta de que mis cambios de ánimos incontrolables me hacían más daño a mí misma y que los demás tenían que asumir mis tormentas sin que necesariamente estuvieran involucrados con ellas. Me pongo arbitrariamente de color café, humeo aroma amargo y revivo mis sentidos, necesito estar atenta para caerle a truenos a quienes piensen que esos golpes que matan son razón de regocijo, por eso cuando veo pasar a esos niños tomo la forma de un ave en vuelo para que la belleza de este espectáculo en el que la luminosidad del cielo me ayuda a potenciar, les recuerde que la lindura de las alas extendidas da más placer que la brusquedad de la piedra, ellos me miran y ven todo menos lo que les quiero mostrar, no están listos, pero seguiré intentando cuando quieran ver encontrarán no sólo al ave, sino también la libertad. El viento me envuelve porque quiere ser él quien talle mis formas, yo me dejo llevar, el viento recorre los cielos con sabiduría, escucha historias y sabe también inventarlas y transmitirlas, decide moldearme con la forma de un grillo, los niños me reconocen y recuerdan cuando se divertían al capturar estos animalitos y nuevamente reían disfrutando su proezas macabras, el sol decepcionado al no lograr darles una lección, se alegró al ver que con el tiempo a la madre de los niños le crecía el vientre y entonces supo como yo, que la lección no se la daríamos desde el cielo, sino que la ternura de la pequeña hermanita que venía en camino les llenaría el alma de sorpresa, de ilusión y de aventura, más de lo que podrían esperar para no tener el tiempo de lastimar a seres indefensos,  así aprendí una de las tantas lecciones de calma que me dio la vida, mis tormentas todavía suceden, pero ya no por descontrol sino por desahogo, y porque deshacerme en lluvia es parte de ser nube, así me aligero, vuelo, me uno a otras, vuelvo al arroyo y me elevo, sigo siendo una nube fuerte, cargada de rayos y truenos, me doy el derecho de tronar y resplandecer cuando bien me parece, la injusticia y la desigualdad no serán nunca vistas desde mi perspectiva como insignificantes, pero también veo con alegría el paso del tiempo y la niña que canta a su hermanos las melodías que ellos habían apagado un tiempo atrás, la vida siempre no da más, en lecciones y en regalos. 

Escritura creativa y maternidad

Gracias Ana, Daniela, Paz, Glenda, Alejandra y Teg Kriya por su participación en el taller de escritura en el que abordamos el tema de las transformaciones de las nubes, sus tormentas y sus vuelos. 

viernes, 12 de marzo de 2021

Escritura creativa

 LA NUBE

Por Isabel Guaricela

¡Qué privilegiada me siento! Soy el aliento de los dioses, soy el elemento que da vida a la franja de colores que adorna el horizonte con vívidos colores. Soy esa gran masa de vapor de agua contenida en la bóveda celeste a la que todos llaman nube. Y por si esto fuera poco, tengo el poder de observar a todos los seres que transitan allá abajo en la tierra en diferentes lugares. Veo a muchas personas que corren, ajetreadas y ensimismadas, en las atestadas calles de las ciudades; estas, casi me ignoran; adivinan mi existencia solamente cuando decido refrescar su ambiente seco y ardiente, cargado de minúsculos sopores, con mis gotas condensadas y frescas cuando me mece el gigante copo de aire que me sostiene. Veo a otras personas que viven en el campo, y con mucha calma y empeño, se dedican a cultivar la tierra y a la crianza de animales para alimentarse y alimentar a sus congéneres. Para estas personas soy muy importante, de mi presencia depende el éxito de sus actividades. El resto de seres que vislumbro desde mi lejana estancia apenas me perciben, pero implícitamente participo en su vida.

Además, tengo la inigualable facultad de modificar mi forma dependiendo de mi estado de ánimo, hay momentos en los que mis pensamientos me llevan a encarnar brazos, piernas y dorso de una hermosa ninfa; mas, si algún soplo inesperado me perturba el sueño, puedo recoger mis extremidades, encogerme y aparecer como un gran león dormido soñando en el ser que a continuación seré para ti. Sí, para ti que en este momento me observas. Pero ya no soy más ni la ninfa ni el león dormido, soy simplemente lo que quieres ver en mí, lo que buscas en tu interior porque todo está dentro de ti, yo solamente ayudo a dar forma tus deseos. Y, si ahora estás buscando acaso una mariposa o un ave que aliviane tu cuerpo y el peso que llevas por dentro; sí, aquí estoy con mis alas extendidas: un ligero colibrí. Mas, ni tú ni yo permanecemos en el tiempo, yo me diluyo constantemente y tú cambias día tras día porque todos nos transformamos: hoy, no somos los que fuimos ayer, y, mañana no seremos lo que somos hoy. Quizá allí reside la magia de la vida, siempre estamos buscando algo más para crecer y no perder el interés en la existencia.

jueves, 11 de marzo de 2021

Escritura creativa

Ciclos

Por Viviana Buitrón

Desde las ciencias de la Tierra me explican como parte del ciclo del agua. Y pues, como ciclo, no se sabe si soy inicio o soy fin. En este punto, esto no es tan importante como sentirme un esencial eslabón de la vida de aquellas criaturitas que desde acá ahorita observo.

Ya desde hace milenios, muchos se asustan de mí cuando me pongo color gris enojo. A la luz y ruido que libero le han puesto muchos nombres mitológicos. A veces me da risa cuando se van corriendo a refugiarse en sus moradas, queriendo no empaparse. Lo que no saben es que, como ellos, en las tormentas también lloro. Me ponen triste.

Pero desde siempre generaciones también me han admirado porque al medio día soy blanquita y parezco un algodón. Pero más me gusta cuando me visto de atardeceres. Me pongo linda, de violetas y rosas naranjas, como lista para la cita no planificada con los transeúntes que se detienen a ratos a mirar el horizonte. Hoy me dejo llevar por el barlovento, pero sólo de ese que te sopla suavecito porque de a poco me transforma. 

¡Hey! Acabo de ver que alguien me observa. Es un hombre, lleva un libro y parece gentil. Su rostro está triste y parece necesitar un recuerdo. El viento del Este que me sopla me ayuda a parecer un conejo a sus ojos. ¿Quién no ha tenido alguna vez un conejito?, me pregunto. Parece que él en su infancia sí cuidó también a uno porque sonrió como cuando la gente se emociona con tiempos pasados.

Esta forma de conejo me enternece, pero me da frío las orejas por las temperaturas que se acercan con la noche. Así que las achico. Y mientras voy en el proceso, noto que sus ojos dibujan una leve expresión de sorpresa. Creo que ahora le parezco un gato.

Por un momento se me pierde de vista. Parece que entró a una tienda. Ahora sale. ¡Qué bueno que no se demoró mucho! Algo lleva ahora, además de su libro. ¡Vaya! Sí. Sí, soy un gato, pues ha comprado algo de gato. Quizás tiene un gato.

Me animo a acompañarle hasta su casa. Ya casi anochece y será la despedida. Me desperezo un poco porque los últimos rayos de sol me acaban de tocar calientito. Me quedo suspendida en la forma cuando lo veo recoger una hoja amarilla, de esas que combinan perfecto con los atardeceres de otoño. Me vuelve a mirar y me sonrojo. Esta vez no es por el sol, sino por sus palabras. Me dice: “te ves linda como esta hoja”. Enseguida guarda la hoja en algún espacio del libro que al azar abrió.

Al doblar la esquina, el hombre se me pierde. No lo puedo buscar más porque la noche nos cae ya. Yo me tengo que ir con este día que termina, pero la verdad es que estoy feliz porque me ha guardado, a través de la hoja, como una fotografía que le recordará a este día de conejos y gatos.

¡Qué bonito es sentir que una llega en momentos adecuados para alguien! Y aunque no me pueda quedar para siempre, volveré transformada en otra cosa. A veces en lluvia leve llegaré; otras, en truenos y tormentas. Pero será siempre cumpliendo un ciclo. Unos momentos seré parte del ciclo del agua que lo explican las ciencias de la Tierra; otras varias seré en el ciclo de la vida… en ese fascinante continuum de experiencias y recuerdos.

Escritura creativa

 Los Nubios

Por Danilo Borja

Hace millones de años existió un pueblo llamado Nubia. Sus habitantes eran diminutos y habitaban en el punto más lejano de un cabo. Llegaron ahí debido a una gran sequía que azotó su región. No podían obtener alimentos ni agua. Se dice que debido a dicha escasez quedaron muy pequeños al mismo tiempo que lograban ser muy longevos. Nubia estaba llena de personajes como en todo lugar. Había herreros, carpinteros, políticos, cantantes, poetas y escritores. De todo un poco. Era un pueblo sumamente pacífico por lo que no tenían ejército. Su única forma de defenderse era a través de un super poder que habían desarrollado a lo largo de los años. Los Nubios aprendieron cómo evaporarse en medio de disputas. Una vez que alcanzaban el cielo, todos los diminutos y pacíficos nubios se juntaban y formaban nubes que articulaban figuras que terminaban apaciguando a sus atacantes y los terminaban convirtiendo en nubios.
Nadie ha vuelto a ver a los nubios en su cabo desde hace mucho tiempo. Sin embargo, sabemos que siempre están juntos en forma de nubes y que constantemente nos envían mensajes de transformación de guerra a paz. Cada una de sus formas tiene un significado. Por ejemplo, en la última guerra mundial, los Nubios aparecieron en los cielos de Japón y formaron una nube gigantesca que se asemejaba a una hamaca. Todos los japoneses vieron a los nubios posarse sobre su territorio, pero únicamente uno de ellos descubrió la forma que crearon. Era una niña llamada Kira y tenía 8 años. La niña había perdido a su padre en la guerra cuando tenía apenas 6 años y lo extrañaba mucho. Recordaba que cada mañana a las 10 se salía con su padre al parque. Allí ambos jugaban por varias horas antes de acostarse en el césped a observar las nubes silenciosamente. No les importaba que su vestimenta se ensuciara. Nadie decía nada mientras miraban a las nubes. ¿Quién diría que esta actividad salvaría la vida de Kira? Una vez que su padre Murió, Kira continuó yendo al mismo parque a la misma hora que lo solía hacer con su padre. Como siempre, jugaba por varias horas y se recostaba en el césped a ver las nubes. El día en que los nubios formaron la hamaca, Kira había seguido la misma rutina y los observó desde el césped. Su vista era tan fina que veía los cuerpos y las caras de los nubios mientras se fusionaban para formar la hamaca. Cuando la forma estuvo lista, Kira ya tenía todos los sentidos encendidos para recibir el mensaje de los nubios. Ella simplemente sabía que ellos le darían un mensaje. No le tomó más de 3 segundos determinar que los nubios vinieron a advertirla de que una bomba estaría próxima a ser arrojada sobre su país. Después de mirar y agradecer a los nubios, Kira corrió a ver su madre para pedirle que salieran de la ciudad inmediatamente. La niña tenía una serenidad implacable, completamente estoica. La madre inicialmente se negó a salir de la casa. Pensaba que era otra de las locuras de Kira para que le comprara algún juguete. Sin embargo, Kira mostró su rostro más serio y honesto y le dijo, “madre si no salimos en este momento de la casa vamos a morir”. La madre entró en pánico, armó una pequeña maleta con cosas elementales y salieron a tomar el primer tren. Viajaron muy lejos para tratar de abandonar su país. Cuando tomaron un gran buque que los llevaría a Europa se enteraron que una bomba atómica había sido arrojada sobre su pueblo. Kira y su madre se abrazaron a llorar desconsoladas mientras navegaban hacia su nuevo hogar.

Escritura creativa

Soy nube

por Marlene Arévalo

Soy masa de gotas de agua y de cristales de hielo,

Sufro con mucha frecuencia la batalla contra el viento,

De él depende mi marcha, lenta o ágil por el cielo.

De arriba puedo apreciar la inmensidad de la tierra,

Recorro los cielos del mundo y con montañas me encuentro,

Formando un hermoso marco entre verdoso y blanco,

Seguro que quien me mire, disfrutará de este encanto.

A veces me pongo gris y el cielo de color negro,

Relámpagos aparecen, suenan muy fuerte los truenos,

Señal que una fuerte tormenta, pronto voy a ocasionar.

Los niños juegan a ver, las figuras en el cielo,

Observan criaturas girando, parece que están danzando,

Las bailarinas se mueven al ritmo que canta el viento,

Causando siempre al moverse, sensaciones, sentimientos,

Y diversas emociones.

Otras veces observan a figuras de gigantes,

Pareciera que salieron de un libro de cuento de hadas,

causándoles alegría y a veces algún temor,

Porque ellos pierden sus partes según la fuerza del viento,

Que arrasa sus pies, sus brazos, a veces hasta su cabeza.

Transformándose en fantasmas, o cualquier otra criatura.

También los niños encuentran a las nubes muy dispersas,

Parece que están formando telarañas en el cielo.

De pronto aparece el viento, desbarata las figuras,

Se lleva todas las nubes, el cielo se pone azul,

El juego se ha terminado, esperando que mañana,

Nuevamente aparezcan.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Escritura creativa

Anécdotas de nubes

Por Andrea Enríquez

 

¿Qué circunstancias deben ser las que hay alrededor mío para que yo aparezca? Cuando el sol está cansado permite que la humedad de la atmósfera se reúna, y como una fábrica de algodón de azúcar comienzo a existir. Hay también días en los que siento que somos pinceladas, fruto de la mano de un brochazo gigante sobre el firmamento. En otras ocasiones me parece que nacemos como obra de un agricultor de nubes, ya que me veo crecer desde los surcos que están arados en el cielo. Y aquí sólo hemos hablado de la forma, porque si pensamos en el tiempo… En la mañana soy insípido, en la tarde solemos tener un sabor a tierra y en el ocaso me siento dulce.

 

Pero lo mejor a cualquier hora del día es ver cómo me miran, esa sin duda es la actividad favorita de la mayoría de nubes. Un día estaba andando sobre unos edificios y vi que tras una ventana de uno de esos departamentos un bebé lloraba, el sol siempre desmesurado no se percataba que estaba cegando a esa persona pequeña, entonces decidí cruzarme entre los ojos del niño y el sol, si bien calmé su llanto, no dejaba de sollozar por lo que decidí adquirir la forma de uno de los juguetes que tenía a su lado, era un perro o algo así. Esa es la ventaja de ser nube, uno se puede modificar, arrancar, amoldar. El niño sonrió.

 

Pero no todas las nubes saben usar con sabiduría este don de transformarse. Una vez vi a un grupo de nubes sobre las montañas del oeste que se estaban peleando por algo que les había dicho el sol. Lo más justo hubiese sido que se disipen pero en vez de eso comenzaron a insultarse, eso en el suelo firme se escucha como rayos y se comenzaron a poner negros de la rabia, otras nubes asustadas comenzaron a llorar y eso es tormenta abajo, vi con tristeza cómo la gente señalaba asustada a las nubes peleonas y huían de ahí.   

 

Pero tal vez el escándalo más grande que se ha dado por este don de transformación que tenemos es aquel del amorío del sol con la lluvia. Todas las nubes eventualmente lloramos, es una forma de lanzarnos directamente al piso y contactar físicamente con las personas que tanto nos miran. En cada gota caemos a pedazos, un proceso normal en este mundo efímero de ser nube. En una ocasión, una de estas nubes se precipitó con tal fuerza al piso que el sol quedó realmente perplejo por su valentía y coraje. Él pensó que la nube se lastimó, y bajó dos de sus resplandecientes rayos para ayudarla a levantarse. En tanto se tocaron, todos los sabores del mundo se sintieron en el cielo y la tierra. Tanto las personas como las nubes nos admiramos al ver cómo ese contacto tan sutil se trasformó en un potente arcoíris. Ese sí que fue un escándalo, no por lo sobrenatural del encuentro, sino por el hecho de la sorpresa que nos trajo descubrir que éramos capaces de transfórmanos en algo tan bello.

 

Desde ese día tengo la impresión de que todas las nubes que fuimos testigos del hecho, nos trasformamos con más responsabilidad. Cada forma tiene un fin, una consecuencia, a veces es sacar la sonrisa de un niño, otras tocar la cara de nuestros observadores mientras lloramos precipitadamente hacia la tierra o hacer magia con el sol.

 

Escritura creativa

Fata Morgana
Por Tomás Bucheli 
 
Hojas plateadas, danzantes, brillantes,
Ritmo latente, confuso, delirante,
Estelas del mar insondable
crujido inmenso de una fuente 
 
El aire
 
Suspiro, luz por los oídos
 
El aire
 
Entre los dedos, la eternidad
 
El aire
 
Medusas crepusculares que acogen la oscuridad
Rocas vivas, suelo ardiente
Lenguas tocantes
Espacio, vientre celeste, gigante
 
Frío eterno y acogedor
Dedos húmedos, gotas en los ojos
Lenguas de agua y de sed
Suavidad aplastante
 
Mensajera del horizonte
Letargo galáctico
 
Líquida vorágine de la existencia.
 
Caos
 
Belleza.
 
La inmensidad en la palma de la mano
 
El aire
 
Suspiro 
 
De cabeza
 
Lloro.
 
 
Soy tu piel 
 
Tu sensor andante
 
Vuelta al sol
 
Camino
 
Y tarde muy tarde amante
 
Diluído en el olvido,
 
su ser de antes
 
aúna el brillo de la soledad
 
del infinito
 
 
El espejo brillante.
 

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla

Fui agua, transcurrí grandes océanos y pequeños charquitos, empecé a levitar con el calor del sol y me gustó ese caer de abajo para arriba y pintarme de algodón blanco yo que fui tan azulada. Soy agua, soy tormenta, soy la humedad de mi tristeza, el calor de mis deseos, la lágrima del cielo. Goteo sin pudor, me renuevo, me desgasto, estoy tan alto que puedo mirar al mar del que fui parte, mi memoria guarda la corriente, la frescura, el nadar de los peces, pero desde aquí estoy más cerca de las mismas estrellas que solía reflejar temblando. He visto pasar a lo lejos a la pequeña cantora que juega con los pájaros, yo escucho sus tonadas y las historias que comparten, cuando ella me mire seré un colibrí porque eso le dará la magia de sus raíces que son el impulso para sus vuelos más altos, me ha mirado, ahora mismo sonríe y agita sus brazos con gesto de volar. El viento me transporta violentamente hacia una tormenta, termino acurrucada hecha churo, un solitario me observa, me reconoce, se identifica, se compadece, toma la misma postura auto-protectora cuando debe enfrentar sus propias tempestades, mi gesto no fue premeditado pero me quedo pensando en que podría haberme convertido en espada y luchar la batalla, pero como caracol vuelvo a mí, me escucho, me siento. El mismo viento se compadece y me lleva con un soplo tierno antes de que me deshaga en agua-cero, pero mi sensación de nostalgia me convierte en flor, me deshojo yo misma al preguntarme si el cielo me quiere o no me quiere, y el espectáculo se ve desde una montaña donde alguien me lanza un grito: -basta con que te quieras vos. De la emoción me hago agua y lluevo sobre las flores que cultiva la abuelita de la pequeña cantora, en el jardín donde revolotean los colibríes cada tarde antes de que se oculte el sol, y florezco en ellas: en las flores, en la abuelita, en la pequeña cantora.

martes, 9 de marzo de 2021

Escritura creativa

Esta tarde noche le doy las gracias a Marlene A. Isabel G. Andrea E. Marlene G. Viviana B. Amparo Ch. Tomás B. Danilo B. e Isa A. por estas historias tan sutiles y etéreas.

domingo, 7 de marzo de 2021

Escritura creativa y maternidad

Por Vanessa Padilla

Ella sube las escaleras sin prisa, sin embargo, cada paso que da hace que la madera resuene, al llegar al altillo descubre que el lugar tiene una luz tenue y está lleno de objetos desordenados como si un remolino los hubiera levantado por los aires y depositado por todas partes, entre tanta cosa encontró un cofre lleno de muñecas de trapo, ella jugaba a darle un nombre a cada una y luego encontró que debajo de ellas estaba oculto un álbum de fotos, en la primera se reconoció a sí misma e inmediatamente recordó que fue tomada cuando todavía tenía un miedo atroz a la sola idea de ser madre, estaba sentada en las piernas de él, pero luego del clic, él balbuceó la palabra bebé y ella de un brinco fue a parar al otro extremo del salón de paredes rojas donde estaban, tuvo que tomar agua para pasar el susto y explicarle que ni loca, que el trabajo, que los viajes, que tralalá, que esto y que lo otro, ella sabe que de haber sabido lo hermosa que es esta experiencia pronto habría tenido 5, 6, mil guaguas… Hubo otra foto, un retrato de sus padres, verlos la llenó de dulzura y de tristeza a la vez, difícil de describir, pues su madre fue esencial para sobrevivir a los acontecimientos de la pre-eclampsia, aún estando al otro lado del mundo, en un momento de meditación para apaciguar el miedo y el dolor, tuvo una alucinación, escuchó la voz de su madre que le decía: “todo va a estar bien”, luego se despertó y supo que pase lo que pase nunca su madre había faltado a su palabra, un día más tarde el momento llegó anticipándose enormemente a la fecha prevista, con todos los peligros que conlleva, y su madre atravesó el atlántico para cobijarla, levantarla y darle la fuerza que iba perdiendo. Él no vino, y cuánta falta le hizo, era como cuando en un eclipse se esconde la luna justo en el momento en que más necesitas que brille, porque hay momentos en los que prefieres que te abracen y te sostengan de verdad, qué lejos que vivimos, qué grande y profundo es el océano. Otra fotografía está partida en dos, ella sonríe, porque este fragmento guarda en sí la promesa del reencuentro, cuando su mejor amigo y ella se vuelvan a encontrar en algún lugar del planeta deberán llevar consigo esa parte faltante como un pasaporte, como una llave maestra, hay almas que no se separan aunque la geografía nos intente de convencer de lo contrario, o si se separan será por un ratito, la vida los volverá a juntar, mirar esta parte de la foto implicaba crear simbólicamente la parte faltante, tocar los bordes, recordar la despedida, añorar el reencuentro, qué foto llena de ilusión, fue una de las primeras personas a las que ella contó que su bebé había nacido, y él le dijo que está seguro de que será una madre hermosa. La emoción la embargó al punto del llanto, ni una foto más, decidió cerrar el álbum y colocarlo nuevamente al interior del cofre con cada una de las muñecas, se lo llevó como si lo cobijara con sus brazos y bajó las gradas tan sigilosamente como cuando subió, esta vez no se dio cuenta del sonido, ahora el cofre está en su altar junto a las flores y la vela que enciende cada día.  

sábado, 6 de marzo de 2021

Escritura creativa y maternidad

Gracias a Teg, Eli, Daniela y Alejandra por ser parte de la primera sesión del taller de escritura creativa y maternidad en la que abordamos lo real y la representación con historias muy sentidas y llenas de magia. 

viernes, 5 de marzo de 2021

Escritura creativa

 LA FOTO DEL ABUELO

Por Marlene Arévalo 

En verano Ana visita la casa de su madre, luego de risas, abrazos y muchas demostraciones de afecto, le asignan una habitación en el altillo (lugar construido en el interior de la casa). Desde su llegada pudo detectar la presencia de un hermoso baúl de madera, decorado con una especie de latón que hacía de éste un objeto realmente maravilloso.

Su curiosidad hizo que abriera el baúl, dentro del cual encontró candelabros, muchos poemas escritos por su padre, álbumes de fotos, unos muy elegantes, con finos papeles que las protegían, otras pegadas en cartulinas negras con goma o cualquier otro tipo de pegamento, lo cierto es que mirarlas le provocaba una cierta nostalgia.

El álbum que atrae su atención es aquel cuyas fotos están pegadas en la cartulina negra, todas ellas en blanco y negro, muy antiguas, algunas borrosas, que resultaba difícil identificar a los personajes, se supone que eran parte de la familia o amigos.

Sin embargo, consideró que las fotografías eran un registro testimonial de la familia, una inmortalización de momentos vividos, un cúmulo de instantes irrepetibles, recuerdos silenciosos plasmados en el tiempo que permiten que el pasado vuelva a través de imágenes de abuelos, padres, hermanos, hijos, amigos.

La vetustez de las fotografías le trasladan al ayer, le permiten imaginar y maquinar historias plasmadas en el tiempo.

Después de revisar ese gran tesoro, solamente pudo reconocer la fotografía de su abuelo materno llamado José, se encuentra sentado en la parte exterior de la casa de la madre de Ana. Su rostro muestra una cierta nostalgia, cómo quisiera saber lo que estaba pensando o sintiendo. 

En el álbum también se encuentra una fotografía que seguramente alguien quiso tomarla y al momento de despegarla de la cartulina ésta se rompió, quedando solamente una parte de ella, haciendo que esta historia quede incompleta.

Luego de transportarse a otro tiempo, a otra era, mirando las fotografías del álbum, lo guarda y cierra el baúl, dejando aquellas historias para que otras personas puedan disfrutar de ellas.

 

Escritura creativa

Portal

Por Tomás Bucheli 

 

INTERIOR OSCURO

 

         Sixto entra por quinta vez al ropero donde deja sus cosas al entrar desde la puerta que da a la calle. Ahí no sólo descarga sus objetos recogidos en su recorrido, sino que deja sus ideas y con cada objeto familiariza su entorno como si cada uno fuera la llave ahora para las ideas que necesita para reconocer el lugar donde vive. Hoy como ayer no ha abierto su álbum, lo ha dejado en suspenso como queriendo renunciar a algo que cada vez lo tenía más pendiente. Días anteriores había sentido, como cada año, un bloqueo creativo, no existía más aquel cordón que unía su día en casa con sus recorridos entre las ideas que aquella foto le provocaba.

 

INTERIOR BRILLANTE

 

         Sus dedos juegan con la esquina suavizada de cartón de la fotografía, además de esto, él no encuentra error en su recuerdo. No erra el tiempo, ni la memoria, hasta el recuerdo del olor evoca un sueño congelado en el tiempo, un deseo de ser algo extinto en su rutina.  Recordaba con claridad que su sonrisa en aquella fotografía fue un tanto fingida, no por no estar completamente feliz, sino por no estar seguro de cómo se ve su sonrisa cuando disfrutaba de una felicidad que da más paz que exaltación. Su idea se sostenía precisamente en lo enigmático que le resultaba todavía sentir eso como parte de su vida. Ahora tampoco hallaba mayor motivación al ver esta imágen como en otros días, así que probó cambiar de página y seguir con la siguiente foto de su álbum de recuerdos, libro que yacía ahí como pasaporte de su mismo recorrido.

 

El agua caliente empezó a empañar la cubierta, había olvidado que siempre el calor termina mojando sus hojas y sus apuntes. No se molesta en justificar estas manchas, muchas veces han sido afirmadas con signos o rayones que unen a varias de ellas en cada página. Esta vez la gota dibujaba una mueca en la cara de Amparo y su recuerdo no podía dejarlo tranquilo, hay fotos que detonan memorias dolorosas, no por lo que representan, aquí ella tenía una sonrisa inusual a la de sus perfiles, como estallando por un segundo con un grito de alegría, y escuchaba su risa. 

 

ESPEJO DEL BAÑO EN PRIMER PLANO   

 

-Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que fui al baño-, pensó.

Escudriñó por varios segundos los vellos de sus cejas y regresando a ver sus dedos que sostenían duramente un papel suspiró mientras volvía a depilar unos vellos faltantes.

La danza entre su mirada, sus dedos endurecidos por el tiempo y la humedad del espejo se volvía cada vez más sensual y frenética.

Suspirando otra vez, recoge uno a uno como si le sobrara tan sólo un aliento más en el día, cada pedazo de su rostro. 

 

Los ubica en el orden que recordaba tenían en el espejo y en un puñado navegan por el aire al tacho de la basura, donde adornan un ruido infinito de imágenes que forman un collage ahí en el fondo.


 

 

jueves, 4 de marzo de 2021

Escritura creativa

LA FOTOGRAFÍA

Por Amparo Chiriboga

La puerta sonó al abrirla y se dibujó una leve luz que alumbró la obscuridad de aquel lugar. Amanda bajó las escaleras y entre tantos objetos guardados, vislumbró un bulto, cubierto con un tapiz que a pesar del polvo, dejaba ver sus colores y diseños. Retiró el tapete y se encontró con un baúl, titubeó, no sabía si tenía derecho a mirar lo que en él se guardaba, posiblemente recuerdos familiares, o secretos bien guardados… lo que fuera, se quedó mirado el baúl por varios minutos, queriendo entender sus emociones, su angustia un tanto inexplicable, quizás porque es lo que se siente hacia lo desconocido.

Lo abrió con tal solemnidad, queriendo rendir honor a quienes habían guardado esos recuerdos. Entre todo lo olvidado, encontró un álbum, y miró a personas que no conocía, otros a quienes su memoria registraba, pero no sabía su nombre, del álbum cayó una fotografía un poco desgastada, como primer instinto, la acercó a su nariz, la olió, la palpó y finalmente la miró. Era un bebé envuelto en una cobija, su mirada tierna y su rostro un tanto impredecible… Miró atrás, leyó, una fecha y un nombre… No le decía nada. Pero podía sentir mucho.

Siguió ojeando el álbum y una vez más, se sintió atraída por otra fotografía, esta vez, reconoció a quien en ella estaba, cómo olvidar esa sonrisa y esa mirada dulce, comprensiva, podría parecer dura, pero sabía que detrás de ella, sólo había el más inmenso amor. Era su padre, y la niña a quien cargaba era ella, dio la vuelta a la foto y se encontró nuevamente con el mismo nombre y la misma fecha… pero no entendía que quería decir. La niña era ella, estaba segura, pero ese no era su nombre, ni su fecha de nacimiento… la duda la llevó a seguir buscando entre los objetos del baúl y las fotos, pero no encontró nada.

Su padre, el de la foto, había emprendido el viaje hace ya varios años, hacia lo que llaman el cielo, ella prefería llamarlo "el sendero", había tomado otro rumbo e iba trazando un sendero en el que posiblemente algún día, ella lo alcanzaría

Esa fecha y nombre seguían ocupando su mente, tenía que averiguar qué significaba. Pensó en su madre, pero ahora ella estaba más distante que su padre, estaba a su lado, pero no podía indagar en la memoria de quien olvidó que la tenía. Respiraba agitada, intranquila, sabía que la niña de la foto era ella, pero ese no era el suyo y esa fecha no le decía nada.

Cerró los ojos y trató de recordar detalles de su infancia tratando de encontrar respuestas, no halló nada. Continuó con la búsqueda y entre páginas pegadas del viejo y deteriorado álbum, su mirada la llevó a una foto, que la recordaba perfectamente, porque tenía un agujero, quien faltaba era ella, se había auto eliminado, porque llevaba unos rizos de Lulú que odiaba, recordó entonces la picazón que le provocaba las medias nylon con que su madre le sujetaba el cabello para obtener los rizos de Lulú de los cuales se enorgullecía, pero quien los llevaba, los odiaba.

Sonrío recordando esa escena, y luego volvió su incertidumbre, VERÓNICA, 11-07-1971. Era el año de su nacimiento, pero no el día, ni el mes. Después de varios minutos, tristemente se dio cuenta de que la búsqueda había terminado, no había más recuerdos en el baúl, sólo preguntas sin respuesta. ¿Qué debía hacer? ¿A quién acudir? Suspiró profundo y sintió el abrazo cálido de papá y las manos suaves de mamá peinando su negra cabellera, que lucía los rizos que nunca le agradó llevar, pero su madre era la más feliz al verla. 

No podía remplazar esos recuerdos, gratos e innumerables vivencias, por la duda, por la incertidumbre. Volvió a guardar todos los recuerdos, sabiendo que en ella había cambiado algo, pero sabía que fuera lo que fuera, nada remplazaría el amor de quienes acompañaron cada uno de sus pasos y ofrecieron sus manos para levantarla cuando caía.

 

Arte y piel

Hace unos 20 años la asociación de dermatólogos organizaba en Quito un Salón de arte y piel, mi obra ganó una mención honorífica "por p...