martes, 28 de julio de 2009

El cuerpo intangible

El cuerpo intangible, este que acaricio con susurros escritos, con palabras sin voz, con besos suaves construidos mediante letras. Cuerpo impalpable bordeado de piel, quizás. Ojos de mirada imperceptible, boca imaginaria, voces silentes y etéreas, corazón inasible. No existen manos suficientes para acariciar tanta distancia, para rozar esta separación mística, religiosa, contextual, invisible, este alejamiento de frontera que paulatinamente se desvanece en una sensación de línea rota, que se fragmenta más a cada instante para permitir con 5 horas de diferencia el acceso a lo que muchas veces ya no parece intocable. Cuerpo inmaterial, sutil, subjetivo, íntimo, entrañable, vaporoso, ligero , delicado, impalpable, recóndito y profundo, cuerpo irreal y furtivo: cuerpo de palabras.

viernes, 24 de julio de 2009

miércoles, 22 de julio de 2009

La muralla

El cuerpo intangible justo cuando va cobrando forma se tergiversa, se diluye, se vuelve el muro emocional que lo geográfico dominó. No es claro, no tiene sentido: se rompe una muralla y se construye otra. (Vane)

domingo, 19 de julio de 2009

Indagaciones

Hay un recorrido cronológico que inicia incluso antes de que el lazo umbilical sea cortado. Aquel cordón que conecta al ser con el mundo de repente se encuentra mutilado, podrido, caído.

Ese vínculo que enlaza las presencias del yo y del otro es brutalmente amputado, sin embargo, la existencia de ambos es irreductible.

¿Cómo logra el ser advertir aquella presencia ajena, y más aún… cómo logra convivir con ella? De ahí un ser aturdido, desbastado, resquebrajado, que no sólo debe asumir su propia existencia, sino que además debe admitir la ardua y la no-fácil “presencia del otro”.

jueves, 16 de julio de 2009

TE ECHO DE MENOS

Anoche me di cuenta de que todos los sueños con los que me envuelvo al dormir tienen el olor de las sábanas, y éstas huelen a cuerpo porque de ahí es de donde sacan el olor que luego huele a sueño impregnado en sábanas que cubren cuerpos.

Y lo supe porque aún dormida pude notar la diferencia del olor de las sábanas cuando mi sueño sueña un cuerpo o cuando mi cuerpo sueña un olor o un olor sueña una sábana o una sábana huele a sueño, o es el cuerpo el que huele o viceversa...nunca es igual.

Y quise buscar una manera de saber con certeza a qué huele el sueño de la noche que envuelve el cuerpo y el olor con sábanas que dejé en la cama para ir a buscar papel y lápiz que serían mi evidencia para saber al despertar lo que en la noche huele, cubre y sueña el cuerpo.

Aunque al principio no lograba encontrar las palabras, la sensación era clara pero se confundía porque al alejarme de la sábana me di cuenta de que la alfombra olía distinto, y me apresuré tomando nota antes de que sea otro el olor que me envolviera el cuerpo mientras el sueño que antes me cubría en sábanas se mezclara con la pelusa de la alfombra...tuve que darme prisa.

Rápidamente volví dando pasos muy abiertos y esperando que el lápiz no se haya tropezado entre las letras antes de anotar la certeza que buscaría despertarme en la mañana con el olor, sueño y cuerpo con los que paso la noche entre sábanas que huelen a piel incluso cuando amanece.

Nuevamente me acosté para que la noche se acabara pronto y por fin el olor de la almohada anuló al de la alfombra con pelusas, esas no olían a cuerpo, olían a caminos recorridos y a distancias largas, menos mal mi sábana huele a sueños de cuerpo que me envuelven mientras duermo.

En la mañana al despertar tuve el temor de que el olor de la alfombra hubiera anulado al de la sábana antes de que el lápiz hubiese guardado en el papel las palabras que no encontraba porque tal vez se cayeron en las sábanas cuando me levantaba de la cama para buscar el papel que ahora al abrirlo me muestra la distancia que olí en la alfombra, pero que es también el olor que me envuelve en la sábana.

“Te echo de menos”.

lunes, 13 de julio de 2009

Escribiendo

Los apuntes se intercalan jugando: sube un párrafo, baja el otro, la posición de cada parte es incierta y a veces discontinua, pero la aproximación a ese estado de desnudez en la que se evidencia la intimidad de cada instante se abandona y en silencio sólo suena el paso del lápiz sobre el vacío cuando las letras se vuelven parte del cuerpo o el cuerpo intenta volverse letras; sensaciones que recorren el espacio que antes estuvo en blanco y donde ahora ellas pueden bailar entre prosas y retóricas.

Despedida

El cielo de la añoranza me cubre, una dicotomía entre calidez en la piel y un frío que penetra hasta los huesos, se va pintando un lila suav...