sábado, 12 de septiembre de 2009

906-9740

...sentí a un centímetro y medio por debajo de una de mis rodillas, una leve cosquilla que se parecía en algo a lo que Julio sentía en la garganta cuando ocurría aquello de los conejos, pero aquí encontré que antes de morder el cable debía investigar a aquella cosa de cola larga que se había colocado justo ahí donde hace mucho tiempo no he sentido calor, y quise tomarla con la mano derecha aún con el temor de que huyera por la insoportable pelusa del guante que separaba mi tacto de la textura de las cosas de la realidad, pero se quedó tiesa-casimuerta como para que yo pudiera observar, olfatear y palpar hasta ir descubriendo en su anatomía el desgastado discurso del aceite, punto, coma y los metales que traducían con escamas palabras ya dichas, ya agotadas, ya salivadas y anuladas de tanto repetir...

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