Hay piel también cubierta de desgano que se dilata con la sangre menos espesa que ha apresurado su correr; en este instante va a toda prisa compitiendo con aquel segundero agotado y arrítmico que ya no marca sino el compás único de su propio latir.
En un mundo sordo y mudo: ¡cantar!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias