martes, 13 de abril de 2010

No tienes que huir, me dijo


Es grave pensar que las relaciones que objetualizan a los seres pueden tener sentido, tuve a alguien que me confundió con pañuelo, y yo me confundí también (eso fue más grave).

Entonces sequé muchas lágrimas, y fueron tantas que llegué a no poder distinguir entre aquellas ajenas con las de mi autoría, era como si todas me pertenecieran porque el dolor estaba ya sumergido, qué habilidad la de esparcir por doquier los pequeños fragmentos de bajaestima causada por dependencias sexuales no resueltas.

Pero la tristeza ajena debía tener un límite. El sabio me dijo: -Tú no tienes que huir, ella se irá- hasta que por fin se fue. uffffffff!

Y simplemente apareció un nuevo camino, el de las puertas que se abren solas, el de la gente que no objetualiza, no manipula, no lloriquea, no busca una santidad de caricatura. Se abrió el camino en el que no hay que huir, quienes no deben estar se van. Se van después de haber aportado tanto, aunque no tanto (ya ni sé).

Tener lágrimas menos por causas ajenas es una puerta abierta a las alegrías propias.

2 comentarios:

  1. Hola Vane, primera vez que te puedo leer. Me gusta lo corto y bonito que escribes.

    Estoy empezando camino en el budismo, en resumen se trata de asumir el sufrimiento de existir, superarlo y trascender, y uno de sus caminos es la compasión por los demás.

    Ahora, si es que al tratar de ser compasivo se empieza a sufrir, es como no haber entendido nada. El truco es poder dar paz al otro sin convertirte tu mismo en una tormenta. No es simple, pero vale la pena intentarlo.

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  2. paz, eso tengo en el corazón, gracias por compartirla en tus palabras

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Gracias

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