Su familia quería explicarle que las nubes están muy altas y que no las podrá tocar, para que al crecer no sufriera una decepción, pero Damiana efectivamente crecía, por tanto, tenía la certeza de que eso sería posible un día.
Tomar sopa y vitaminas, comer cereal, jugar básquet, colgarse de una vara, ella lo intentaba todo para crecer, pero con los años se daba cuenta de que crecía sí, pero no lo suficiente para alcanzar las nubes, entonces empezó a estudiar a las aves y en ellas descubrió que no necesitaba crecer sino volar, cada vez que lo intentó necesitaba un buen tiempo para recuperarse de la gravedad, pero seguía intentando.
Un día su madre vio con tristeza que su niña había alcanzado una edad en la que no era posible continuar viviendo de sueños, e intentó convencerla para que dejara a las nubes en paz.
-¿Cómo renunciar a las nubes, son tan parecidas a ti y a mí? tienen la nobleza del agua y la furia del trueno, nos llueven, nos sombran y dibujan las más lindas figuras, además van por doquier conociendo la belleza del mundo ¡quiero ser nube!
La madre entristeció más, al no poder comprender lo que no hay porqué comprender.
Un día Damiana ató su corazón al un globo de oro y helio y cuando llegó a las más pintorescas nubes del cielo, precisamente en un atardecer de verano, las nubes se hicieron agua, humedecieron su piel y entonces ella no pudo saber si es las nubes dejaron de ser un algodón puro y silencioso, para convertirse en las lágrimas de alegría que sus ojos derramaron por la emoción de soñar y cumplir lo inalcanzable.
Su madre la llamaba desde tierra, pero ella tomó su tiempo con calma y disfrutó el desvanecimiento de los más resplandecientes algodones que flotaban por el cielo entero.
Al anochecer las estrellas salían a anunciar el tiempo de retorno y fue ahí cuando Damiana tuvo que volver a casa y con la voz repleta de alegría, al llegar, dijo:
-¡mañana alcanzaré las estrellas!
que lindooooo...yo tambien quiero llegar a las estrellassss!!!
ResponderBorrarA mí me parece que Damiana, niña de seis años y protagonista del cuento, es hoy una escritora revestida de mujer adulta que no ha dejado de soñar. Eso es un mérito que solo seres sensibles y soñadores proyectan para deleite de otros seres, igual de sensibles, aunque desprovistos de palabras mágicas propias de los sueños.
ResponderBorrarlas palabras mágicas propias de los sueños son justo esas que no es posible dejar de escribir, lo de más viene solo
ResponderBorrarCon tu permiso... lo voy a convertir en "Canción de nubes". Puedo?
ResponderBorrarsi un día eso sucede... será la estrella que habré tocado
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