El
sol aprendió de la luna a menguar, lo hizo en un momento de confusión y luego
no pudo deshacerlo. Sin embargo, su brillo aunque no fuera resplandeciente...
era su brillo. Es decir, eso no lo aprendió de nadie, porque la esencia del sol
es precisamente ese fuego interior, inexplicable, ininteligible, inajenable,
fuego y nada más, la esencia de su luz, tan simple que se resume en un simple
rayo, de ahí el arco iris que sólo puede ser presagio de maravillas, de ahí la
vida entera.
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