Autorretrato. Tinta sobre papel. Vanessa Padilla 2004
He perdido
demasiado tiempo entre tristeza y tristeza, tanto así que ya no recuerdo a qué
hora abrir o cerrar las vías furtivas en las que ya la sangre se ha espesado por
desgano, me acordaré de no perder la memoria sin vacilación ni fundamento y
cuando llegue el olvido, como de costumbre, evocaré cuantos recuerdos sean
necesarios para volver a divagar cubierta de tonos grises que hablan de la
lluvia y sus gotas, o las níveas burbujas de espuma blanca del jabón que se
desliza carcomiendo con caricias los rincones más ocultos de los sentidos que
latiendo a escondidas intentan develarse sin mirada alguna que logre hacerlos
existir.
Hay piel también
cubierta de desgano que se dilata con la sangre menos espesa que ha apresurado
su correr; en este instante va a toda prisa compitiendo con aquel segundero
agotado y arrítmico que ya no marca sino el compás único de su propio latir.
Nada de qué
hablar, nada qué decir, todo qué callar.
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