miércoles, 22 de abril de 2015

Pozo de deseos



Desde hace varios años, 3 ó 4, el pozo de piedras grises dejó de humedecerse como era su costumbre y las piedras que trataban una a una de bajar hasta el fondo para que las demás pudieran escuchar el eco de su llegada al agua se cansaron de intentar porque ningún sonido podía ser evidencia de que quedara nada mojado ahí abajo aparte de las luces negras que se proyectaban desde el fondo iluminando de oscuridad hasta un poco más abajo de la boca donde las luces eran de otro color dependiendo de las horas del día o de la noche que pasaban con un aspecto metamorfoseante que intentaba disimular que un minuto no era igual a otro, aunque de cualquier manera era bastante obvio que cuando caía otra piedra intentando algo que sabía que no iba a lograr, todos los centímetros cúbicos de agua que no había se preparaban absurdamente para producir un clic repetitivo que redunde entre las luces negras proyectadas.

A 50 metros: una habitación de grandes ventanas y por supuesto grandes cortinas, y las ventanas con rejas de formas diversas para adornar y no despertar nuevamente la fobia al claustro que ella tenía, estaban siempre en la misma posición y ella cavaba de a poco un agujero para intentar salir de ahí cuando la puerta no funcionaría porque no la iba a conducir a donde el hueco que construyó. Sí, porque desde hace varios años, 3 ó 4, su cuerpo se olvidó de desear y nunca más pudo responder a los besos que le daban, sus labios se paralizaban porque temían la agresión que reemplazaba a la caricia: todo por no saber desear.

Sin otra luz que la negra y con el diámetro de casi medio metro ella se conducía por fin en su agujero de conexión lograda desde los 50 metros de la habitación de ventanas, cortinas y rejas grandes hasta el punto aquel desde el que se proyectaba luces negras, y claro que le tomaba algunos años, 3 ó 4, que no eran unos iguales a los otros para llegar de un punto al otro pero cuando llegó las piedras dejaron de caer para no lastimarla porque ya era suficiente con estar igual de seca que el pozo pero si ella quiso llegar hasta ahí era porque sabía que ese era un lugar de deseos donde podría aprender a responder a los besos cuando de tanto desear su cuerpo humedezca las piedras caídas.

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