lunes, 5 de octubre de 2015

Al viento

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Le regalé mi corazón… y dijo no.
Y venían desmoronándose frente a mí
los rituales de purificación
que a mi alma
el frío de otro clima le ultrajaba.

Parecía convertirse todo
en una cadena de casualidades
que me anunciaban un destino
perfectamente esbozado…
pero fue sólo necedad.

Intenté borrar
de mis afectos más solares
la intención de la vida compartida,
encerrándome en la cápsula del éxito
por el cual recibía una riqueza cada mes.

Empecé a escribir mis ficciones
sin encender la luz,
así, a oscuras, en la sombra,
para no ver cómo el papel y la tinta
hacían de mi mano un cuento.

Las líneas juraban una historia incierta,
con huellas que dirían quién soy cuando lo olvide,
son tantas las veces que he consultado en ellas
porque los pensamientos me pierden
en la lúgubre tempestad de la conciencia.

Mi mano fue un pergamino
que narraba la magia
dibujaba la textura de mi piel (en azul)
y en los surcos se quedaba la memoria
de años acariciando el viento.

Viento de susurros nobles
que endulzan, que acogen,
que envuelven… que olvidan
susurros nobles, como cantos callados,
que son secretos guardados.

Me regaló su corazón… y dije sí.
Y los rituales de purificación
de la cascada de mi alma
abrieron los surcos
de la piel hasta lo imposible.

Viento de susurros nobles,
viento de cantos callados.
viento de secretos guardados.
Me dijo ven…
Y lo dejé todo.

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