viernes, 25 de noviembre de 2016

Intervención en la Université Côte d'Opale

Soy Vanessa Padilla, nací en Quito, pero soy un poco quiteña y un poco lojana, en el año 2000 inicié mi formación académica como artista plástica y como educadora, pero por mi lado lojano puedo decir que el interés por la pedagogía, la lectura y la adicción al café vienen de mucho tiempo atrás como un legado de Marlene Arévalo, mi madre. Y por Mentor Padilla que es mi padre y mi lado quiteño, nunca me faltó papel en blanco para dibujar y escribir.

Las artes plásticas brindan posibilidades inmensas de comunicación, el arte se puede explorar de mil maneras, pero de alguna forma, sin importar si yo eligiera el dibujo, la pintura, la fotografía, la instalación, el grabado, el performance, etc. en cada uno de mis trabajos está presente una combinación de 3 elementos: lo pictórico, lo literario y lo musical, y no de una forma tan deliberada, yo no pienso mucho antes de hacer algo, pero es así como fluye y yo me dejo llevar.

Lo que Ramiro llama "pluridisciplinario" yo le llamo: "pinto-canto-escribo" y además aprendo porque para eso es que una elige ser profesora. Bien pobre sería mi imaginación y mi visión del mundo sin el aporte generoso de mis estudiantes los últimos 10 años.

Mis cuentos fueron la esencia de mi obra: letras de azúcar, bordadas, escritas en la piel, pintadas, colgadas pero también narradas y cantadas.

Las letras estuvieron siempre ahí y sin embargo me parecía una osadía llamarme a mí misma "escritora" porque no me daba cuenta que no es tan grave, pareciera que lo peor es que no te lean o que te lean y no quieran volver a hacerlo y eso no es tan grave, lo grave es no escribir, es no hacer nada y perderse el chance de acertar o fallar.

En el 2007 publiqué o más bien "expuse" mi primer libro "Historias de trapos" que es una compilación de cuentos que fueron parte de mi formación como artista, las páginas fueron expuestas en pequeños bastidores como si fueran pinturas, fue hermoso.

Después me lancé a las letras chiquitas, es decir, a los cuentos infantiles con el libro "Recorriendo el mundo con la alegría de los niños" que es un homenaje a la maestra Dora Alonso. y "El soporte poético del cuerpo" es un libro un poco más teórico con una serie de cuentos sobre la música.

Hasta ahora hay personajes como Julio, el Señor cantor, la Cantariega, la Pájarapinta, Sebastián y por supuesto mi amado maestro de los girasoles, porque mi trabajo es sobre todo un homenaje y una forma de gratitud.

Nací en Quito, pero soy un poco ecuatoriana y un poco del resto del mundo, salí hace 4 años del Ecuador y en esos años me propuse o "me impuse" el reto de aprender 3 nuevos idiomas de manera autodidacta, y lo interesante de ese proceso, aparte de la posibilidad de leer obras en su lengua original, es la sonoridad de las palabras y como intraducibles pueden ser a veces.

No todo país donde una va a parar te acoge, pero sí cada cultura te aporta y te permite indagar más profundo en tus raíces. De ahí, el lenguaje que se utilice para comunicar depende de que tan amplia sea tu paleta.

Al final, quien comunica es como una chuspa que filtra el mundo y ofrece lo que pasa a través de sí.

La aventura puedes ser muy solitaria pero también puede provocar una interacción bien linda, por ejemplo cuando Marcus me envía sus ideas en el piano y yo empiezo a ponerle letra como si ya hubiera conocido esa canción, o como Luis, que mientras lee mis cuentos ya les va poniendo música.

No sé exactamente cómo el arte, la literatura y la música se combinan, pero estas disciplinas son como el aroma, el color y el sabor de un café, vienen juntos en la misma taza y no queda más que disfrutar.


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