Me hace siempre
preguntas cuyas respuestas conoce mejor que yo, porque no espera mi respuesta
sino corregir lo que yo diga. Me pregunta si conozco en su idioma refranes súper
antiguos que por supuesto no conozco, le explico que esas frases no significan
nada para mí, y que esas palabras tan rebuscadas sobre las que me pregunta y
que de antemano sabe que no sé qué significan, no las he usado nunca ni las
usaré jamás porque no hablo más su idioma. No sabe hacer preguntas, sólo
afirmaciones, no sabe aprender, sólo sabe tener razón. Respiro profundo y en
calma busco la palabra que me explique la situación, y cuando la encuentro todo
está bien. Arrogancia
martes, 30 de octubre de 2018
lunes, 29 de octubre de 2018
Qué triste ver que gana el odio, la cobardía, la violencia y la injusticia, y que no está más Galeano para explicarnos todo este sinsentido. En Brasil se impidió una participación que sabían ganadora, y el pueblo eligió un poder monstruoso. Empezando por mi patria y toda América latina: ayayay el corazón.
sábado, 27 de octubre de 2018
...Había oído y leído que la política, como todo lo que se vincula al poder, saca a
veces a la luz lo mejor del ser humano —el idealismo, el heroísmo, el sacrificio, la
generosidad—, pero, también, lo peor, la crueldad, la envidia, el resentimiento, la
soberbia. Comprobó que era cierto. M. Vargas Ll. "El sueño del Celta"
En el caso del actual y ojalá efímero gobierno ecuatoriano pues... lo peor, la crueldad, la envidia, el resentimiento, la soberbia.
En el caso del actual y ojalá efímero gobierno ecuatoriano pues... lo peor, la crueldad, la envidia, el resentimiento, la soberbia.
viernes, 26 de octubre de 2018
Un autor con quien no me identifico ideológicamente, pero que tan bien me atina con este fragmento del Sueño del Celta:
El había sido débil y sucumbido a la concupiscencia muchas veces. No tantas como había escrito en sus agendas y cuadernos de notas, aunque, sin duda, escribir lo que no se había vivido, lo que sólo se había querido vivir, era también una manera — cobarde y tímida—de vivirlo y por lo tanto de rendirse a la tentación. ¿Se pagaba por ello a pesar de no haberlo disfrutado de verdad, sino de esa manera incierta e inasible como se vivían las fantasías? ¿Tendría que pagar por todo aquello que no hizo, que sólo deseó y escribió? Dios sabría discriminar y seguramente sancionaría aquellas faltas retóricas de manera más liviana que los pecados cometidos de verdad.
De todos modos, escribir lo que no se vivía para hacerse la idea de vivirlo, llevaba ya implícito un castigo: la sensación de fracaso y frustración con que terminaban siempre los juegos mentirosos de sus diarios. (Y también los hechos vividos, por lo demás.) Pero, ahora, esos juegos irresponsables habían puesto en manos del enemigo un arma formidable para envilecer su nombre y su memoria. M. Vargas Ll.
El había sido débil y sucumbido a la concupiscencia muchas veces. No tantas como había escrito en sus agendas y cuadernos de notas, aunque, sin duda, escribir lo que no se había vivido, lo que sólo se había querido vivir, era también una manera — cobarde y tímida—de vivirlo y por lo tanto de rendirse a la tentación. ¿Se pagaba por ello a pesar de no haberlo disfrutado de verdad, sino de esa manera incierta e inasible como se vivían las fantasías? ¿Tendría que pagar por todo aquello que no hizo, que sólo deseó y escribió? Dios sabría discriminar y seguramente sancionaría aquellas faltas retóricas de manera más liviana que los pecados cometidos de verdad.
De todos modos, escribir lo que no se vivía para hacerse la idea de vivirlo, llevaba ya implícito un castigo: la sensación de fracaso y frustración con que terminaban siempre los juegos mentirosos de sus diarios. (Y también los hechos vividos, por lo demás.) Pero, ahora, esos juegos irresponsables habían puesto en manos del enemigo un arma formidable para envilecer su nombre y su memoria. M. Vargas Ll.
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