viernes, 26 de octubre de 2018


Un autor con quien no me identifico ideológicamente, pero que tan bien me atina con este fragmento del Sueño del Celta:

El había sido débil y sucumbido a la concupiscencia muchas veces. No tantas como había escrito en sus agendas y cuadernos de notas, aunque, sin duda, escribir lo que no se había vivido, lo que sólo se había querido vivir, era también una manera — cobarde y tímida—de vivirlo y por lo tanto de rendirse a la tentación. ¿Se pagaba por ello a pesar de no haberlo disfrutado de verdad, sino de esa manera incierta e inasible como se vivían las fantasías? ¿Tendría que pagar por todo aquello que no hizo, que sólo deseó y escribió? Dios sabría discriminar y seguramente sancionaría aquellas faltas retóricas de manera más liviana que los pecados cometidos de verdad.
De todos modos, escribir lo que no se vivía para hacerse la idea de vivirlo, llevaba ya implícito un castigo: la sensación de fracaso y frustración con que terminaban siempre los juegos mentirosos de sus diarios. (Y también los hechos vividos, por lo demás.) Pero, ahora, esos juegos irresponsables habían puesto en manos del enemigo un arma formidable para envilecer su nombre y su memoria.  M. Vargas Ll.

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