domingo, 19 de abril de 2020
Trigésimo cuarto día
El tratamiento de la cobra roja se volvió un ritual de los domingos, lo hacemos después de desayunar, hoy cuando le puse en la espalda al Tim el preparado de cebolla, ajo, pite jengibre y salvia (mi adaptación del tratamiento original) utilicé mi cuenco de cobre para armonizarle y fue increíble cómo vibraba el cuenco, el sonido que se me subía por el brazo, fue muy emocionante, cuando él puso la pasta en mi espalda intentó lo del cuenco pero los sonidos eran un poco bruscos, porque sacar sonidos del cuenco es algo de práctica y conexión, pero fue un lindo intento. Luego cuando fue con la Sofi a darles de comer a las gallinas, aproveché y estuve con mi mandala, repitiendo esa vibración llena de amor sobre los nombres de las personas que tanto quiero, y les abracé uno a uno. Luego horneé unas galletas de avena para agradecer a mis vecinos que están siempre pendientes de nosotros y sobre todo de preguntar por mi familia y mis amigos de Ecuador, ese es un gesto tan lindo que me conmueve enormemente. El confinamiento no hace más larga la distancia, pero siento a veces como si estuviera más lejos.
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