miércoles, 19 de agosto de 2020

Llamarán

Hace más de un año esperaba a Ph. uno de mis alumnos de las clases particulares, fue extraño que no haya llegado a la clase puntual como siempre, yo me puse muy molesta creyendo que es una falta de respeto que no llegue y me tenga como pendeja esperándole, de A. otro alumno que regularmente llegaba tarde no me sorprendía, pero para Ph. había preparado el café con los cubitos de azúcar y las galletas que le gustaban y la clase con las lecturas y actividades que él prefería con historias sobre surf y deportes extremos, trapeado el piso, el incienso y la velita, le llamé pero no contestó. Luego llegó M. y durante la clase recibo una llamada del número de Ph. no contesté porque no respondo durante las clases, y cuando M. se fue, almorzamos y sólo más tarde me acordé de devolver la llamada, era la hija de Ph. él estuvo ausente porque unos días antes subió al techo de la casa que tan lindamente describía en nuestras clases y por un triste azar del destino resbaló y cayó, el golpe en la cabeza fue fulminante, me desvanecí al escuchar la noticia, yo estaba embarazada, Tim me ayudó a incorporarme, los dos lloramos, los tres lloramos con la Sofi, porque mi alumno Ph. era parte de nuestras vidas. Luego de unas semanas A. desapareció, no respondía, no asistía a las clases y la angustia me lastimaba, luego de unos meses de intentar saber si estaba bien pude dar con él, me pareció irrespetuoso solamente desaparecer y ya, pero le mandé gotas de rocío y le deseé lo mejor. Durante la pandemia una de mis alumnas pasó por momentos difíciles, le ofrecí mis cursos gratuitamente y el objetivo más que el aprendizaje fue la compañía, que sepa que pese al distanciamiento estábamos con ella, y que podía contar con nosotros, intenté muchas veces contactarla para saber cómo está pero no tuve respuesta, ahora suelto el apego emocional que me unía a ella: la compasión y el cariño, no se da para recibir necesariamente, pero hay cosas básicas y que no cuestan nada, en todo caso... gotas de rocío para C. Por otro lado, hay otros estudiantes de quienes sigo aprendiendo: N. C. J. y mis inefables creativos talléricos escritorianos M. I. E. M. A. M. M. D. que son un reto, una esperanza y una alegría.

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