SIN ÉL NO SERÍA COMO SOY
Por Isabel Guaricela
De acuerdo a las fotografías que se conservan, es un hombre elegante y físicamente opulento, su rostro emana ternura, respeto y amor. Era el eje de una gran familia que necesitaba amor y límites para seguir en la vida pues tendría que salir adelante, solo, con sus ocho hijos. Sabía que lo conseguiría con la paciencia que ganó a fuerza de vencer los obstáculos que había enfrentado hasta ese momento. Puso toda su esperanza y confianza en que la educación compensaría a sus hijos, por lo menos en una pequeña parte, lo que la naturaleza les privó: la presencia de su madre. Es así que motivó a todos sus hijos, en su momento, a seguir profesiones que dieran sentido a sus existencias. Mas, ¡quién pensaría!, que en la época de 1930, cuando prevalecía el machismo, fueron sus hijas mujeres quienes terminaron sus estudios universitarios y los hijos varones se contentaron con vivir de la herencia que les había dejado.
Don David, mi abuelo, tuvo una larga vida y aunque no lo conocí ocupa un lugar muy especial en mi corazón porque provengo de él y me identifico con sus dones y defectos.
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