(Dedicado a mi primo Danilo Borja a quien tanto quiero y admiro)
La fuerza que la naturaleza emana desde su vientre de fuego, brota en cada planta, en cada poquito de tierra, en cada gota de agua, brilla en los frutos salvajes y en el salto danzante de los delfines rosa, se escucha en el murmullo de las nubes y se siente en el brío de los vendavales.
En medio de todo está Chiquita, sumergiendo sus pies descalzos en el lodo y saltando ágilmente para atrapar las frutas cuya dulzura nace del sol, siempre cantando a las aves, susurrando ternuras a las plantas, pero el universo inconmensurable que guarda su pecho lleno de sueños se refleja en el agua profunda para descubrir un atisbo de dolor, un presagio que no alcanza fácilmente a comprender: como una tormenta, se acerca brutalmente una tropa de ávidos desenterradores de tesoros, de fortuna negra, de sangre de las profundidades del suelo sagrado, del rezago de la vida de otros tiempos convertido en caudal cuyo acervo no quedará para los suyos, sino que será arrancado con brutal obsesión, con la violencia con que se ultrajó la vida en otro entonces por el caucho, como si el pueblo estuviera destinado a los atropellos, a la injusticia, pero Mamanatura luchará con todas sus fuerzas para sobrevivir a los abusos y sostener la existencia. Chiquita sueña despierta que este tesoro se hubiera quedado en las entrañas de la naturaleza, oculto entre las raíces que unen la diversidad infinita de plantas y rocas, clandestino en el centro del planeta donde el calor parece un astro que vibra para dar vida. Ella anhela que la codicia no tenga más fuerza que los truenos que parten el cielo en la tormenta, que los rayos se apacigüen con el susurro de la brisa, con los secretos del amor. El exterminio de la vida a cambio de poder es un precio muy alto, ella mira su reflejo en el agua y una lágrima se vuelve una gota más en el río, por la nostalgia de lo que no fue. Luchará cada ave, cada flor, cada ser, por llevar su canto y su brillo a iluminar la existencia de quienes saben amar su tierra desde lo más hondo y sobreviven para ello.
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