Hacíamos un trueque los pajaritos y yo: yo ponía cada mañana semillas de girasol y ellos a cambio cantaban... la gratitud del pájaro...
El último año fue distinto, no tuve fuerzas para continuar ese ritual, y sin embargo, algunos siguieron viniendo a mi jardín, aunque a veces no tenga nada para ofrecerles, y cantan y siguen siendo los grandes maestros de libertad, de presente, de canto y de vuelo. Como con los pájaros, pasó que el último año fue distinto, no tuve fuerzas para acompañar, sostener, escuchar, ayudar a mucha gente, porque a veces no se puede dar y dar, pero hay los que continúan cerca y siguen siendo los grandes maestros de libertad, de presente, de canto y de vuelo. A los pajaritos que me cantan también en mis tiempos de invierno, con sus libros de arte y de cuentos, fotos, canciones y partituras, mensajes, lecciones de pintura y cariño: Gracias.
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