Desde la torre junto al reloj se ve que hay un río para incrustarse en los pies diminutas piedras puntiagudas y salir corriendo, amortiguándose de dolor para esconder esos mismos pies y a sus huecos en los zapatos en los que no quiero estar. Me gustaría aprender a volar sin enredarme más que en esos hilos negros, y ser un cíclope que disimule sus labios para que usted pueda saber de lo que se pierde por no poder besarse a sí mismo.
martes, 13 de octubre de 2009
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