martes, 9 de marzo de 2010

“Los fragmentos de la producción”

INTRODUCCIÓN

Para dar inicio a esta intervención debo mencionar que para estructurar mi ponencia he intentado dar respuestas a un sinfín de preguntas que surgieron, como una lluvia de ideas, a partir del tema principal de esta convocatoria “Mujer y arte en el mundo tecnológico”. Aclaro que no logré responder ninguna.

Para estructurar este planteamiento necesité abordar el tema justo desde lo equivocado: fragmentándolo, y digo lo equivocado porque es precisamente ese ejercicio de fragmentar lo que me ha dado la pauta para saber que “en una trasgresión cotidiana está la definición que en carne propia puedo inferir sobre lo que implica el ser mujer”.

Y es así como intentaba articular mis ideas: por partes que al juntarse arman esto que he titulado “Los fragmentos de la producción”.


LOS FRAGMENTOS DE LA PRODUCCIÓN

He mencionado a la fragmentación como algo que transgrede a un ente íntegro que es la persona, con esto me refiero a tomar algo total y segmentarlo, ya sea para entenderlo o porque simplemente hay partes primordiales o más simbólicas que otras y así creo que se fragmenta a la mujer, al menos a ésta.

En el proceso de producción de la última exhibición que trabajé, intentaba yo reconocer en mi trabajo plástico y literario el rol que el contexto me incita a jugar, como “mujer-artista-ecuatoriana”. Para tratar de entender esto observé a corta distancia a dos referentes, seguro habrá más, pero yo trato de facilitarme el trabajo y no tengo reparos con mis subjetividades.

De antemano pido disculpas si esto es entendido de manera errónea, no es una crítica, es un análisis.

En la puerta número uno tengo una mujer de telenovela, aferrada a los afectos, alguien para quien su feminidad y existencia dependen de una respuesta afectiva de otro, casi (o más bien “completamente”) una enajenación de los sentidos, una “pasión” que rindiendo honores a su origen etimológico es una verdadera patología. Sin embargo, es ella consciente de todo esto, es decir, lo vive deliberadamente.

En la puerta dos tengo una mujer autónoma que sabe que no necesita de nadie para fluir, decide y hace según su antojo, va y viene, hace y deshace independiente.

Ambas me acompañan esta noche.

Ese contraste entre una y otra me deja con la duda de si me hallo a mí misma en estas dinámicas, y como dije antes con respecto a las preguntas que yo misma planteaba, no logré respuesta alguna.

A ver, tal vez sí hay un intento de respuesta: todas las dudas que parten de ahí me permiten saber que en la obra plástica y en el día a día, lo que busco no es entenderme desde el ser mujer sino desde el ser humana, y pude saber que desde ahí ya hay una fragmentación: la fragmentación del género.

Entonces esa feminidad irremediable se convierte en la herramienta con la cual puedo yo proponer ejercicios plásticos que intentan regresarme a lo global. Sí, es mi bagaje, es lo que tengo, y esas piezas plásticas lo que intentan es humanizarme, hacerme entender que no importa si soy mujer, si soy ecuatoriana, si soy terrestre o etérea, como diría Oliverio Girondo. Simplemente soy. No quiero más explicaciones, no las necesito.

Pero, alguna vez citó Cristóbal Zapata, nuestro poeta cuencano, y no recuerdo en qué curaduría, algo como esto: “Narciso entendió que para verse ya no necesitaba hallar su reflejo en un charco, sino en el brillo de la mirada del otro para corroborar su existencia”, entonces eso que soy, tanto como ser humano o como mujer, o como “mujer-artista-ecuatoriana”, o bla, bla, bla… resulta de lo que se legitima a través de ese filtro externo que es el otro.

Pero yo soy lo que creo que soy, y a veces creo que soy lo que los otros legitiman en mí, por supuesto un error colosal que me genera dependencias gratuitas.
“El todo y las partes” como dice Edgar Morin ¿qué pasa cuando la mujer se objetualiza y “es” desde la percepción del otro lo que éste reconoce?… que el cabello, que los ojos, que la boca, que el trasero… (por partes). Yo pregunto ¿y las taras, y los apegos, y los temores, y los pelos, y el dedo gordo del pie, y los sueños, y las pesadillas, y etc.? venimos en combo, incluso con una carga cultural que se enraíza querámoslo o no, venimos con la carga de lo que leemos, lo que vemos, lo que nos dicen, lo que nos callan. Hay tantos factores, una vez más lo complejo.

Es entonces que como el “Dr. Frankenstein”, vamos armándonos pieza por pieza para convertirlo todo en una herramienta de producción artística, y con esto hago una afirmación, no sé si atrevida, pero a mí me dieron 15 minutos para hablar: el ser mujer, es en sí misma, una manifestación estética”, porque implica entre otras cosas: ser humana como algo intrínseco, algo que se manifiesta íntimamente, no sólo en la producción de piezas literarias, plásticas, musicales o escénicas, sino que se develan en lo cotidiano, en el día a día que es lucha constante donde las armas son la creatividad, la sensibilidad, la fortaleza, la inteligencia, la tenacidad... y todo esto para subsistir en un escenario de producción donde no sólo la obra es parte del trabajo artístico, hay también una cuestión ideológica, que en el mejor de los casos puede ser coherente con el otro elemento que es el modo de vida.

Alguna vez Wladimir Sierra me dijo: “Todo pueblo requiere de manifestaciones estéticas”, entonces asumo que producir piezas artísticas es simplemente una respuesta a ese requerimiento, y es a la vez una manera de vinculación con las personas que tienen bien puestas las antenas para poder hallar sus propias inquietudes o respuestas en un lenguaje artístico.

Hacer ejercicios plásticos, con o sin la intención de pertenecer a un determinado círculo de artistas, (por supuesto legitimados entre ellos), es hacer algo, porque también se puede no hacer, y hasta resulta más económico y fácil, pero a la vez se puede intentar tener aciertos con el supuesto consentido de cometer errores, ambos son parte de un proceso de búsqueda.

De ahí lo tecnológico como una posibilidad entre tantas de generar, y de acceder a espacios que lo tangible no permite.

Tecnología de información excesiva, desmesurada que se anula en su propia saturación, que borra distancias, que se convierte en herramienta de producción. Todo depende del uso que se le dé.

Ahora para culminar mi intervención presentaré un pequeño texto, hecho también de fragmentos, claro; sobre la experiencia de cómo lo tecnológico va de alguna manera provocando conexiones irreales de las que a ratos no se puede dudar, se vuelven una construcción mental irrompible y de ahí parte una serie de acercamientos (o alejamientos) que ya no soy yo quien necesita desmenuzar, porque se acaban mis 15 minutos y porque además no sabría cómo hacerlo.

Aquí mi texto para cerrar:

Línea entrecortada

“La frontera que al principio pareciera la línea que separa, se diluye con el agua que desprende una conexión virtual, la línea se va borrando: línea entrecortada.

Cómo podría definir entonces las presencias o ausencias, si las palabras casi dejan sentir la respiración del otro-distante... así de cerca.

Las palpitaciones se aceleran sin que se entienda siquiera cómo, "si sólo son palabras", pero cómo me explica alguien, de allá o de acá, que llego al punto de olvidar que estoy frente a un monitor, es que lo olvido y no es amnesia, más aún cuando entra una llamada y escucho voces de otro continente que se esfuerzan por explicar en una mezcla de idiomas entre árabe, francés, español e inglés, que estamos distantes y cercanos.

Lo virtual no es menos real, la línea ya es de puntos, la puntuación es suspensiva cuando deja pendiente un nuevo encuentro.

Cómo se puede hablar de frontera si hace rato se borró, se convirtió en el cuerpo intangible, este que acaricio con susurros escritos, con palabras sin voz, con besos suaves construidos mediante letras. Cuerpo impalpable bordeado de piel, quizás. Ojos de mirada imperceptible, boca imaginaria, voces silentes y etéreas, corazón inasible. No existen manos suficientes para acariciar tanta distancia, para rozar esta separación mística, religiosa, contextual, invisible, este alejamiento de frontera que paulatinamente se desvanece en una sensación de línea rota, que se fragmenta más a cada instante para permitir con 5 horas de diferencia el acceso a lo que muchas veces ya no parece intocable. Cuerpo inmaterial, sutil, subjetivo, íntimo, entrañable, vaporoso, ligero , delicado, impalpable, recóndito y profundo, cuerpo irreal y furtivo: cuerpo de palabras”.

2 comentarios:

  1. Tanta paranoia y sólo por dependencias sexuales frustradas

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  2. Gracias Carlos, pero gracias infinitas por todo, creo que plantear nuestras ideas y ser coherentes con ellas en nuestra forma de vivir ya es hacer nuestra parte, lo demás viene solo.

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Gracias

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