Enmudece amordazado mi impulso al iniciar su afonía más obstinada; me congelo en una ley de hielo rigurosa, profunda, penetrante, pertinaz y húmeda.
Shhhh… taciturna cierro la boca y los sentidos, abro silencios, desmorono mis voces afiladas, callo elegías y apago susurros. Cantar es estar casi-muerta, casi-viva, intentando arraigarse en los abismos incómodos en los que sólo la noche desvela el para qué y el cómo que nunca aprendí a resolver, sobre todo cuando la luna menguante sobrecogida en tarareos entona más silencios que mis propias endechas. ¿Dónde se acaba el límite donde soy y empieza a ser el otro?, sin duda no hay un respiro en ese lapso, tal vez haya sólo un ahogo.
Con un frívolo cerrar de ojos quito el habla a mi lluvia de ideas despojadas de sentido, intento una historia callada, de palabras sigilosas, de ideas dormitadas, de letras roncas, de gritos vedados. Cantar ahora está demás y aunque estuviera demenos confieso que mi mudez inconsciente e inconstante es a propósito aunque no haya nada en mente.
Hablo intentando doblegar ordenadamente una historia en la que tampoco digo nada; encuentro en elegías el silencio estridente que retumba cada noche, sobre todo cuando la luna agonizante conmovida de silbidos desafina más calmas que mis inconfundibles sollozos. ¿Dónde se inicia el recorrido del a dónde voy?, ¿cuándo podré decir que pronto llegaré? sin duda no hay un camino de reserva, tal vez me he sumergido ya en un complaciente andar descalza por caminos sinuosos. Es difícil cantar una canción tan frágil cuando es a ellos a quienes no alcanza mi ser, son lo que no puedo decir, a lo que no puedo ni levemente penetrar.
Frialdad sin mesura, una ley de hielo rigurosa, profunda, penetrante, pertinaz, recalcitrante y húmeda. Me congelo. No habrá reparo ni vista atrás, el recorrido será a tientas, shhhh…
Lánguida abro la boca y los sentidos sin obtener resultado alguno, cierro silencios, compongo mis voces extenuadas, callo alegrías, despojo susurros, canto bajito porque se parece tanto a callar y lo hago deseando escuchar el aire de mi cuerpo en los abismos incómodos de soledades anunciadas una y otra vez.
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