lunes, 12 de julio de 2010

EGOTISMO

"Cartografía de pies a cabeza" Video-performance. Vanessa Padilla

“Soy yo, soy él. Somos, pero soy yo, primeramente soy yo,
defenderé ser yo hasta que no pueda más”.
Julio Cortázar



El aislamiento que la soledad fomenta, favorece el desarrollo de la autoconciencia; el recuerdo del pasado y el recogimiento ayudan al ser a percatarse de cuáles son las actividades con las que sus potencialidades pueden desarrollarse y sobrepasar sus propios límites.

“La soledad es necesaria para desligarnos de los ritmos ocasionales. Poniéndonos frente a nosotros mismos. La soledad nos lleva a hablar con nosotros mismos, a vivir así una meditación ondulante que repercute por todas partes sus propias contradicciones y que intenta sin fin una síntesis dialéctica íntima.”(Gaston Bachelard)

Surgen mil confusiones en la exploración del yo, en el transcurso se puede degustar los sabores más dulces y más amargos (además de toda la variedad de matices que habrá entre ambos extremos).

Ítalo Gastaldi define al egotismo como el sentimiento exagerado de la propia personalidad, un deseo excesivo de hablar de sí mismo, un culto que se profesa a la individualidad y originalidad, como el deseo de liberar o actualizar todas aquellas energías que el individuo ha descubierto en su yo y que podrían producir una serie de conductas más o menos inadaptables.

Establecer su originalidad será parte de un deseo profundo del ser y para ello tendrá que arriesgarse a experimentar todo lo que le lleve a reconocer la individualidad que posee y que lo distingue de los demás.

Para Edgar Morin “Ser sujeto es ponerse en el centro de su propio mundo, ocupar el lugar del “yo”. Es evidente que cada uno de nosotros puede decir yo; todo el mundo puede decir yo, pero cada uno de nosotros no puede decir yo más que por sí mismo”.

El yo, aunque esté donde fue puesto la última vez, al pretender retomarlo ya se ha convertido en otro, con rasgos del que fue pero sin dejar de ser distinto; se puede pensar: -¡pero si ha pasado sólo 1 segundo! y es que no hay reglas ni límites en los procesos de mutabilidad a los que el ser está adherido, el cambio simplemente (o complejamente) se da; entonces, ¿cómo comprender un yo que siempre se está relevando a sí mismo?

ADVERTENCIA: El proceso es inacabable.

“Dejan al agente, aún con todas sus dudas en torno a la categoría del «yo», con una sensación de poder y libertad sin límites que no impone norma alguna, pronta a gozar del «libre juego» o a entregarse a la estética del yo” (Charles Taylor).

Los ojos que visualizan la interioridad pueden conocer el deleite de hallar un yo acorde con el que se quiere descubrir, es parte de un eco de miradas hacia uno mismo, un sonar repetitivo de imágenes subjetivas que redundan en un conflicto de si será cierto que tal coherencia existe, si no existiera se buscaría con mayor intensidad con la demanda de que la exploración jamás se cierre como una puerta pesada cuya apertura se guarda bajo llave, sino que se sigue abriendo hacia lo más íntimo para ser parte de ese mundo construido como tantos otros pero con rasgos sublimes que en soledad serán la marca fundamental de la particularidad del ser; ningún mundo como el otro, ningún mundo como él mismo, el mundo es la parte que el yo construye para ubicarse en un rincón poético donde logra ser para sí lo que su esencia le incita un instante antes del cambio que lo convertirá en otro yo: mutable sin medida, proyector de sus pasiones, habitante de su mundo.


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