Cuando parece que la jornada termina, después de 16 horas trabajando, aparece en la puerta el monstruo de volver atrás, como si el tiempo fuera un camino lineal y no sinuoso, y los pasos pudieran darse sin posibilidad de un extravío. ¡Cuán falso! Entonces temo, no al asalto, sino a mí misma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias