martes, 23 de noviembre de 2010

"De palabras, voces y cuerpos "

"Cartografía de pies a cabeza" videoarte. 2007

Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Quito, 23 de noviembre de 2010
Vanessa Padilla

Agradecimiento a Fernando Hinojosa



“Ah, esa voz ciega, y esos instantes de aliento contenido
en que todo el mundo escucha desvariadamente,
y la voz se pone de nuevo a tantear, sin saber lo que busca,
y de nuevo el ínfimo silencio, al acecho de no sé qué…”
Samuel Beckett



1.- Las ecuaciones

Soy alguien que con dificultad suma y resta, por eso es que el destino no me hizo arquitecta sino artista, administro medianamente bien los 5 dólares que suelo llevar en la cartera, porque las operaciones matemáticas resultaron siempre una tara para mí, y porque mis gastos suelen reducirse a pasajes de bus y café, pero una tarde o noche, no me acuerdo, descubrí una secuencia que lo resumía todo, mi matemática propia, que dio como resultado el saber que tanto discurso y tanta planificación sólo han hecho que me postergue a mí misma.

Mi ecuación es la siguiente:

F1.- “diez años de no cantar = diez años de silencio = 100 años de soledad”

Los planes del futuro son una trampa que nos hace dejar el presente para después.

En los últimos diez años toda mi producción artística y literaria ha tenido a la música como el elemento protagonista, todos mis cuentos, fotografías, pinturas, videos, hablan del bajo, de la voz, del piano, de partituras y de ritmos, incluso muchos cuentos fueron escritos para ser leídos en voz alta y sonar con un determinado compás. Diez años es mucho para vivir con la nostalgia de algo tan esencial como la música, por eso me enamoré siempre de quieres cumplían ese sueño irrealizable para mí, tal vez como una forma de satisfacer esa carencia. Lo que debí hacer es cantar. (Pero lo hago ahora).

¿Cuántas de las cosas que planificamos a futuro se quedan sólo en palabras, en proyectos, por qué hay tanto discurso, tanto bla bla bla? las palabras no deben quedarse en eso.

Postergar es no darse el chance de un presente satisfecho.

F2.- “Algún día + tal vez + quizá = paja”


2.- La verdad como esencia de las palabras


Hace ya algunos años estudié en esta Facultad, y uno de los trabajos que presenté en el Taller de Arte fue una canción que compuse basada en un cuento de Julio Cortázar , armé la música, escribí la letra, la canté, la grabé y al presentar la canción en clase sucedió lo que hoy, 10 años más tarde, me sigue pasando, todos dijeron y aún dicen:

-Esa no parece tu voz, es una voz linda, grande.

Y yo digo para mis adentros:

-Mierda ¿y porqué no puede ser esa mi voz?

Entonces deduzco que si ves a alguien de baja estatura, con una apariencia de relativa ternura, calidez y ángel, (lo digo exagerando), no le otorgas el derecho de tener una voz fuerte, rotunda y hasta a veces cruel.

Entiéndase cruel, como el decir la verdad a los otros cuando esperan que les mientas. Ejemplo: amigas, amigos, familiares, compañeros, colegas, y demás, que te preguntan lo que piensas pero que en realidad tienen de antemano establecida la respuesta que quieren oír. Generalmente se los complace, alimentando ese círculo vicioso. De caso contrario voila: eres cruel.

¿Será acaso cultural, esa aversión a escuchar de los otros lo que realmente piensan? (no tengo respuesta a esto).

Cuál podría entonces ser el significado de las palabras si lo que encierran es la sumisión ante los egos.

Sería posible hacer un capítulo entero llamado: “Tips para conservar una amistad”, donde liderarían las dos siguientes frases:
1.- Él sí te ama.
2.- Ella seguro te es fiel.

Algún rato hagamos un ejercicio práctico, díganles a sus profesores, padres, amigos, novios, amantes, etc. lo que realmente piensan y sienten; luego hagamos un cuadro estadístico de las materias reprobadas, expulsiones del hogar y rupturas afectivas.

Tengo en mi haber datos espeluznantes, sobre todo lapsos largos de soledad y desempleo, pero no lo digo en un tono de lloriqueo, para mí las personas vienen te aportan y se van cuando han agotado lo que tenían para compartir contigo y con respecto al trabajo, pues las puertas precisas son las que se abren sin forzar la chapa.

Tomen nota de esto que iría en el capítulo “Tips para conservar el trabajo”:
1.- (En el mejor de los casos) Sea usted su propio jefe.
pero si esto no es posible…
2.- Nunca le diga a su jefe, ni con metáforas, que es un idiota, aunque lo sea, porque no lo va a entender.

Yo varias veces lo dije, y lo seguiré diciendo cuando lo considere necesario, esto me ha dado el privilegio de tener como un “as bajo la manga” la siguiente frase con la que suelo cerrar conversaciones laborales conflictivas: “De mejores lugares me han botado”. (Si no adivinen porqué ya no soy profesora aquí).

¿Pero qué es lo que pasa entonces con las palabras? ¿cuál es el valor que tienen cuando lo que encierran no es su propia verdad? ¿Qué sentido tiene pronunciar algo en lo que no se cree?

Pero hay algo más grave aún: el callar. (Excepto si es un voto de silencio). Porque entonces toda esa energía que en un acto comunicativo vos despliegas, se queda atrapada y se convierte en algo similar a aquel monstruo blanco gelatinoso de la película “La Cosa” que va creciendo y creciendo, alimentado por cada palabra que no dices, y por cada cosa que quieres hacer y no haces, hasta que ¡zas! te come.

Callar no es una solución, sino el saber decir, siempre y cuando los otros estén dispuestos a recibirlo, porque el acto comunicativo no es unidireccional, es, ojalá, de ida y vuelta.

Yo sí creo que “decir” es un acto político, pero “decir con honestidad” es un acto de amor. Entonces lo que antes mencionamos como cruel, no lo es tanto, hay que querer mucho a las personas para ser absolutamente sinceros con ellas. Pero también hay que ser absolutamente pilas, para asumir que el alimentar el ego ajeno o el propio, con palabras vacías, es acumular energía que se estanca, y eso es como agua: si no fluye se pudre.

Lo que quiero decir, es que las palabras no tienen un significado en sí mismas, son una vibración, se animan cuando las adoptas, no importa de qué manera, puede ser oral, escrita, puede ser gestual, en silencio, sin embargo, las palabras y silencios significan ilimitadamente.

El diccionario es una mentira, bueno, es una grandiosa herramienta, pero se lo siente inerte, inamovible y las palabras no lo son, ellas son orgánicas, siguen vibrando y mientras más subjetividades puedan interpretarlas, dibujarlas, sentirlas, o pronunciarlas, seguirán transformándose una y otra vez.


3.- Las voces y lo que suele pasar con ellas

Tu debilidad o tu fuerza serán siempre parte de tu bagaje, y tu cuerpo entero, tu voz, tus maquetas, tus informes, tus charlas serán manifestaciones de eso, de quién tú eres y no puedes ofrecer lo que no tienes; eso que eres, es lo que puedes dar, puedes fingir también, pero fingir ¿qué sentido tiene?

La voz es delatora, siempre le hace saber al otro que te gusta o que te cae mal… Hay la voz que tartamudea, la que susurra, la que grita (esa es la peor, porque es la que perdió el control de todo, aunque hay también el grito que da fuerza), hay la voz que ofende, la que manipula, la que canta, la que enamora, la que enamora cuando canta, la que rompe el hielo, la voz de aliento, la voz gutural, la palabra de honor, la palabra de hombre, la de mujer también ha de haber, las malas palabras, hay la voz que hace eco, la que convence, la que no sabe pronunciar, en la que nadie cree, la que no queremos escuchar más, la que añoramos, la que dice cualquier cosa… hay voces y voces.

Y la voz es ese aliento que nace en la intimidad, de aquí adentro, por eso ella no puede mentir con eficacia, porque si miente se nota. Mientras sale va rasgándote las entrañas y te devela: es que viene de adentro.

Y cuando se te va la voz…

Y cuando tienes la palabra en la punta de la lengua…


4.- El cuerpo entero hablando su propio idioma

Hace varios años y casi por accidente tuve la fortuna de escuchar en vivo a Ericka Ovette, una mujer neoyorquina hermosa, grande, que cantó un repertorio de jazz en el Centro Cultural de la PUCE, aquí a pocos pasos, estuvimos aproximadamente entre 5 u 8 personas en su concierto, era imposible que haya más gente, pues todo el mundo estaba a la misma hora haciendo fila para ver a Kiruba.

La voz de Ericka nos hacía temblar, y no sólo su voz causaba esos efectos, era su presencia, todo su cuerpo cantaba, hasta el dedo más chiquito del pie era parte de esa acción, pero la vibración le rebasaba el cuerpo, la piel, estaba el auditorio entero, con sus alfombras y sillas, involucrado en esa experiencia. Ahí entendí que no se canta sólo con la boca, no es tan simple como eso y no sólo con respecto al cantar, la comunicación en sí, tiene matices más allá de las palabras.

Conocí otro cantante también, por quien escribí y escribo innumerables cuentos, él transformaba el lugar, yo observaba en las personas cómo hasta se volvían más sensuales cuando la voz de Luis empezaba a sonar, iba con mi cuaderno de apuntes y lo registraba, su voz tenía un poder, no sólo sobre mí, el escenario era más cálido, nos atrapaba y nos seducía, y es que esa voz acumulaba conflictos, sueños, pasiones, era como un grito melodioso y fuerte pero sumamente musical y poético. Yo podría llenar mil hojas con los más lindos adjetivos para tratar de describir esto. Pero ese lugar no tiene ya ese encanto, ni lo tiene a Luis, por tanto la sensualidad de la gente no es la misma.

F3.- “menor vibración poética = menor sensualidad”

Y con respecto a los lenguajes, retomo lo dicho en la charla anterior:

“Sin palabras también es posible la interacción, con mímicas y movimientos, jugando caras y gestos como en la infancia, para intentar un acto comunicativo, o dibujando en el aire o en un papel. Las palabras dejan de ser imagen y sonido como yo pensaba.

Entendí que una sonrisa, una mirada a los ojos y la mano al corazón son el verdadero idioma universal.

Puedo vivir ahora la experiencia de la vibración de las palabras, el sentido que puedan tener no son precisamente parte de mi búsqueda. Entonces las palabras empiezan a tener una significación más allá del concepto, porque la comunicación se da ya no por lo que las palabras quieren decir, sino por la intención y el gesto con que son pronunciadas y llego a oír como música incluso mi propio idioma, ya no lo comprendo, sólo lo escucho, lo percibo.

El cuerpo entero se convierte en caligrafía, vas dibujando con él las preguntas y las respuestas…”


5.- Sobre el no poder evitarlo

Como parte de un tratamiento médico que realizo para resolver mis desequilibrios emocionales, que son muchos, empecé a tomar con mi café unas gotitas de Flores de Bach, que me hacen inevitablemente sincera, entiéndase como característica esencial de la sinceridad, la imprudencia.

De repente me encuentro a mí misma diciéndole a todo el mundo lo que pienso, lo que siento, enviando correos electrónicos y mensajes que podría no enviar para evitar líos, por eso he tenido que borrar contactos, porque la impertinencia no es deliberada en mí, es espontánea, pero el “decir” me libera (se pierde amigos, pero se gana libertad).

Uno siempre, por una cuestión estratégica, debe mostrarse fuerte, no puedes andar por la vida evidenciando lo vulnerable que eres, no me refiero a fingir sino a sacar aunque sea de lo más recóndito la fortaleza, entonces yo y mi carácter enérgico e intransigente voy y vengo muy segura de mí misma, hablando duro (y cruel), mirando a los ojos. Pero hace unos meses como parte de un proyecto musical en el que estoy involucrada, fui al estudio a grabar unas canciones, que como recordarán postergué ya tanto tiempo, y ya grabando fue muy fuerte el descubrirme a mí misma tan limitada, ¿cómo, yo que todo lo puedo? Ahora me hallo observada en cada detalle, todos mis defectos son registrados mientras canto, Marcus, mi compañero de música va grabándolo todo, cómo respiro, cómo canto, cómo desafino, cómo trago la saliva.

Juro que no podría ensayar más, de día y de noche ensayo, ensayo para que todo sea perfecto, pero me escucho imperfecta, es decir me escucho tal cual soy. Porque la voz me devela.

Solamente en un momento en que cierro los ojos y me olvido de que el mundo está ahí afuera, puedo treparme en la canción y volar con ella, entonces luego Marcus me dice:
-Escuchemos

y cuando escuchamos digo:

-Todos tienen razón, esa no puede ser mi voz.

Es que uno no puede ser más que lo que le permiten sus propios límites, pero uno también puede decidir ser ilimitado, cuando deja que los sueños no sean sólo proyectos sino un presente rico, ardiente, apasionado.

Pensar mucho y teorizar sobre todo, es ponerse el pie, porque con la excusa de pensar postergamos el hacer. Es cuestión de respeto el ser, completamente, uno mismo.


6.- La voz desde un punto de vista más enredado

Esta es la parte densa de la charla, pero si se la lee despacito, todo es muy claro:

“Una voz quebradiza se fractura cuando intenta decir algo de lo que nada sabe, se desgarra cuando en su afonía procura susurrar secretos a sus propios oídos gritándolos a la sordera de los demás; a veces pretende pronunciarlos sin reparo alguno, incluso escuchando un eco de ellos casi siempre distorsionado que se pierde en la repetición que de tanto insistir le roba el sentido y el aliento.

Las Instrucciones para cantar de Cortázar no bastan para resolver las preguntas sin respuesta con que se atraviesa el campo de la fisiología de un simple rumor; el aparato fonador perdió su estrofa y al ser humano le queda solamente hacer un cuarteto consigo mismo, una polifonía desierta, sin vibración, sin orquesta, sin auditorio, ni ovación.
Una voz irrompible (como la de Sharon den Abel) quiere situarse sobre una escena casi siniestra, de ritmos rígidos, pesados, de ambientes tristes y asfixiantes, de sonoridades frías, átonas o declamatorias y retomar tal vez los temas del romanticismo del siglo XIX en el que Mary Shelley tiene protagonismo; este sonido acentuado de voz cadenciosa se zambulle en temas en que el ser humano llega a sentir hastío de sí mismo y del mundo, tiene fascinación por el delirio, los tonos sombríos, la languidez y una concentración de exagerada teatralidad en el individuo.

“La voz humana es el espacio privilegiado de la diferencia: un espacio que escapa a toda ciencia, puesto que ninguna ciencia (fisiología, historia, estética, psicoanálisis) es capaz de agotar la voz: clasifiquemos, comentemos histórica, sociológica, estética, técnicamente, la música: siempre quedará un residuo, un suplemento, un lapsus, algo no dicho que se designa a sí mismo: la voz” (Roland Barthes)

Una voz endeble se quebranta con la misma melodía, en el mismo tono, con las mismas notas, y ni hablar de un canto a varias voces que salen todas de la misma boca y en el mismo instante, todas subordinadas a la voz principal pero a veces independientes unas de otras, cantando a cappella con poca técnica y dilatada insinuación.

El diafragma envía un aire escaso inspirado desatentamente y logra con aliento poner en movilidad las cuerdas vocales, pero no siempre consigue embestir la sensibilidad auditiva por falta de adiestramiento acústico o tónico, los resonadores ensordecen con la intensidad con que el timbre de voz va enmudeciendo el murmullo que repercute musitando a medias.”

Vanessa Padilla
Télf: 09 8 109-322
vannesa_p@yahoo.com
http://vanessapadilla.blogspot.com/

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