lunes, 8 de septiembre de 2014

MUSICA (good bye)



¿Cuántas cuerdas afinadas a un no-quiero? Suman trescientas  sesenta y cinco desenvueltas en sí mismas, todas rotas, moribundas, vibrando en caricias que no son a mí. Un aliento de silencio, una canción callada, un callar silencioso, un aliento de canción y una canción sin aliento. Una sordidez impropia para quien existe sólo cuando suena. La que debió ser caricia no quiso serlo, pero no basta con tener labios para ser beso. A usted le faltó piel ¿quiere la mía? Quién sabe si me alcance el tono para comprar a 25 centavos una funda de besos, son sólo 2 gotas de azúcar por porción, y no sé si mil porciones serían suficientes para tantas notas absurdas, para tanto desapego. No podrá negar que en el otro lado lo había escrito con un marcador que le hacía permanente el mensaje, pero si eso no le importó, es seguro que unos días después tal vez dude un poco nuevamente porque donde los besos serían tragados se desprendió cada segundo de un par de años sin medida. Apartados los disgustos ya no me sorprende nada, porque nada es todo lo que entiendo, aunque haga un esfuerzo en el que para mi no resulta posible seguir sumergida y es que cada vez queda menos el sabor del sonido sin saber a dónde va o si intenta que todo deje de ser demasiado obvio. Ahora quedan sólo seis.

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