En una escena de Cergy-Pontoise un grupo de músicos-actores interpretaban sus roles, con un guión lleno de humor, ironía y sensibilidad, sobre los atentados que en enero del año pasado ponían de luto a la Francia entera. Esta obra musical era al mismo tiempo un homenaje y un grito... mejor dicho un canto de resistencia... al ritmo de jazz.
Laurence Saltiel, cantó de una forma tan empoderada y profunda, que me hizo descubrir en mí misma el miedo que inconscientemente durante todo el año intenté esconder, tal vez porque el miedo apaga la llama y ¿quién querría someterse al riesgo tenebroso de andar por la vida con la llama extinguida.
Ella cantaba y abría en mí una llave que dejaba fluir mis emociones como agua. Envuelta en temblores y lágrimas una tristeza honda se albergó en mi pecho, pero al mismo tiempo Laurence cantaba y esa luz que irradiaba me daba esperanza.
¿Cómo puedes estar en un escenario y cantar los horrores de la estupidez humana e intercalar ese canto con la belleza del cielo de París y el tiempo de las cerezas... y lograr que en todo ese trayecto tus ojos sigan brillando? sólo puedes cuando adentro tienes un corazón que todavía sueña con la paz.
Estuve en la tercera fila mirándola-escuchándola con las emociones a flor de piel, dándome cuenta que no se vale ocultar el miedo y que es urgente proclamar la paz.
Pude sentir un largo camino, el trabajo de años, el esfuerzo y la voluntad y la belleza de una mujer cuya voz me tocó el alma, me despertó. Sigo temblando pero puedo asumir mi miedo como puedo asumir mi esperanza. Yo creo en la paz.
Música linda que cuentas los matices de la existencia en tus melodías...
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