Indescriptible la suerte de que mi confinamiento sea en casa y en compañía, la fresa del pastel: tenemos jardín. Cuánta gente sola y en espacios diminutos, en mi meditación pido porque sus viajes sean astrales. Tantos contactos importantes se van forjando con los años, pero ahora es necesario un núcleo al cual proteger y amar más que nunca. La crisis es un termómetro para medir los afectos, las personas precisas siempre están, cada una alentando desde su trinchera. Hay tanto por hacer y deshacer también en casa, tanto amor por dar de tantas formas diversas. Quédense en casa, tengo esperanza, esto también va a pasar.
martes, 17 de marzo de 2020
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