miércoles, 29 de abril de 2020
Cuadragésimo cuarto día
En la mañana tuve una clase en la que leímos unas cartas de Van Gogh, nunca habrá un mejor ejemplo de solidaridad y de amor por el oficio, las personas y la naturaleza, que el maestro de los girasoles, es conmovedor, maravilloso. Hoy me di cuenta de esto: cuando me siento furiosa hago ruido, lanzo, quiero romper, gritar, golpear cosas, no digo que esté bien hecho, para nada veo bien que cosas tan pendejas me hagan explotar, pero me pregunto qué pasaría conmigo si no lo manifestara de alguna forma, cómo hace la gente que a su frustración, su ira, su pena las dejan encerradas en el corazón, alguien muy importante para mí hace eso, respeto su decisión, pero se le ve la tristeza en los ojos. No creo que mi método sea mejor, tengo vergüenza de mi pobre manejo de emociones, pero al menos me libero y luego de mi berrinche me siento mejor, no puedo tragarme lo amargo de nada que no sea mi café, mi café con nuez moscada, por supuesto.
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