Hicimos pic-nic en un pedacito de terreno que llamamos "la Pájarapinta", ahí viven unos faisanes silvestres, y tenemos árboles de manzana, pera, claudia, unas plantas medicinales y flores comestibles que cultivamos para nuestro consumo y que el Tim regala a un comercio del pueblo. Los objetos más valiosos que tenemos en casa son cajitas musicales, el sonido de la perilla girando antes de dar paso a la canción tiene un efecto mágico en la Sofía, es como cuando escucho el molino de café, o cuando mis papis escuchan el timbre del teléfono con su "vitamina BB" para iniciar una videollamada. Extraño tanto el Ecuador, lo extraño con esa extrañadera que idealiza, con ganas de acurrucarme envolviéndoles como si yo en algo les pudiera proteger, tal vez porque veo mucho dolor acechando injustamente, porque hay tantas personas que amo mucho y que quiero volver a abrazar. Desde mi confinamiento privilegiado, donde afortunadamente no paso hambre, ni frío: extraño y mucho.
miércoles, 15 de abril de 2020
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