domingo, 20 de diciembre de 2020

Escritura creativa

 GEMELAS DIFERENTES

Por Isabel Guaricela

 

-Hola Sara, soy Sofía, tu hermana gemela, quiero hablar contigo un momento.

            -Hola Sofía, estoy de prisa, tú ya conoces que siempre llevo una agenda repleta de actividades, dime ¿Te puedo ayudar en algo?

            -Hermana querida, ya veo que la distancia no ha limado tu carácter, sigues siendo la misma persona grosera y sin ningún interés por los demás.

            -Bueno, tú me conoces bien, adelante ¿Qué objeto tiene tu llamada?

            -Yo sé que me tildarás de romántica, pero igual, quiero decirte que te extraño. Aunque no me prestabas atención cuando compartíamos nuestras vidas, tu presencia era fundamental para mí, eres mi otro yo pero en otra versión; aclaro, no quiero decir que seas mejor o peor que yo, simplemente somos diferentes.

            -A ver Sofía, eso es evidente. Debo recordarte que nuestro parecido es solamente físico pues, en cuanto a nuestro comportamiento y actitudes, somos polos opuestos. Lo que me llama la atención es que digas que me echas de menos. Tú sabes que tomé la decisión de poner distancia entre las dos porque nuestras frecuentes discusiones no nos permitían vivir en paz; así que, al menos yo, pienso que es mejor mantener la menor comunicación posible.

            -Querida Sara, perdona que insista. Yo dejé pasar este mes para llamarte, que de paso te comento se me hizo muy largo, pensando en que podrías haber sentido algún malestar por tu repentina partida, mas me doy cuenta de que esto ha sido bueno para ti.

            -Sí Sofía, de modo que si no tienes más que comunicarme es mejor que terminemos esta conversación.

            -Sara, tal vez no me expresé bien, lo que deseo en realidad es mantener cierto contacto contigo, no importa que seamos diferentes. Te pido que olvides nuestras pasadas discusiones. Ahora me conformo con escuchar tu voz y saber que estás bien.

            -Bien hermana, entonces ya lo sabes, estoy bien, no te extraño y espero que hayas encontrado la tranquilidad que con frecuencia te la quitaba.

-Bien Sara, por lo menos te escuché.

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