lunes, 26 de abril de 2021

Escritura creativa

Fabricante de Cantafortunas

Por Danilo Borja

Los amuletos regularmente toman formas sencillas, pero muchas veces requieren ser construidos en espacios que engranan muchos elementos complejos e inusuales. Este es el caso del taller de Luis. Su taller está ubicado en un lugar completamente inhóspito. Su existencia es absolutamente ignorada por todos con excepción de Luis, quien ha logrado esconder su taller por más de 30 años. Él teme que algún corazón opaco entre a su taller y rompa la magia que llena su espacio. El taller está construido a base de piedra y en algún momento formó parte de un castillo de un reino ya desaparecido. Luis encontró este lugar en una de sus excursiones en el campo. Desde aquel momento no ha habido un solo día en que Luis no haya visitado el taller para construir amuletos. El taller tiene luz propia, no depende ni del sol ni de velas para estar iluminado. Los objetos del taller se acomodan solos una vez que Luis abandona el lugar. Los cinceles, las acuarelas y los pinceles bailan y juegan entre ellos bulliciosamente para ubicarse en las repisas y cajones que les corresponde. Curiosamente, el taller guarda un constante olor a canela y café a pesar de que en la región de Luis jamás se consumieron estos elementos. De hecho, él nunca supo qué era ese olor. El piso del taller es de piedra, pero es tan suave y cálido como la arena del mar al atardecer. Luis no duda en trabajar descalzo. Curiosamente, dentro del taller hay muchos frutales que alimentan a Luis. Luis jamás los riega ni los fertiliza. Siempre estuvieron ahí para él. Es como que este lugar fue diseñado para alimentar el cuerpo, el alma y la mente del constructor. Luis siempre fue una persona común y corriente. Ni guapo, ni feo. Cabello oscuro, narizón, estatura mediana e intelecto justo. Su familia era de clase media. Nada en especial. Sin embargo, el taller le concedió poderes sobrenaturales. Al parecer la combinación de elementos que mencioné antes le dieron la capacidad de crear amuletos nunca vistos que han beneficiado a muchas personas. Luis los llama cantafortunas. En su mente Luis los concibe como unas aves que trinan y tejen nidos de fortuna y esperanza. Estos amuletos llegan a las manos de personas que lo han perdido todo, excepto la alegría. Estas personas aparecen en los sueños de Luis. En una ocasión, por ejemplo, Luis soñó con Antonieta, viéndola sufrir un accidente mientras ayudaba a refugiados de guerra. Luis ve Antonieta cayendo de su caballo y escucha cómo su pómulo derecho se rompe y sus costillas se trizan. Luis también la ve mantenerse calmada y optimista. Al siguiente día del sueño, Luis construyó un cantafortunas y fue a casa de Antonieta a dejarlo. Llegó por teletransportación a través de un cuarto dentro de su taller. Días después, Antonieta no sólo se recuperó sino que también encontró mucha sabiduría y paz.

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