lunes, 10 de mayo de 2021

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla

Con su afán de justicia y equilibrio, se encontraba una diosa afligida al no saber cómo ayudar a la humanidad a recuperarse, o al menos a resistir frente a la situación que la abatía, otra diosa escuchaba la congoja de su amiga y se daba cuenta de que entre su magia y poderes tampoco había una manera de sosegar tanto dolor, de qué sirve entonces la divinidad si no alcanza para que los seres humanos salgan ilesos de los males que les atormentan, la verdad y la paz, la inteligencia y la magia no bastaban, el dios del trueno se acercaba a ellas sintiendo con tristeza que la dura batalla que la humanidad libraba parecía perdida y se sumó a la búsqueda de una solución, la diosa de los amores, con su carisma, intentaba levantar los ánimos de sus amigos que parecían acongojados por la incertidumbre y la frustración de ver a las personas en una lucha por subsistir, pero tampoco ella tenía una solución y así los 4 buscaban con ansias una respuesta a esa divinidad nadapoderosa y se daban cuenta de que sus potestades no eran tan eficaces como lo habían pensado, y esta pena no era cuestión de vanidad, sino de vida o muerte. De repente, algo se movió en una esquina, estaba una pequeña niña emocionada temblando al ver a los cuatro dioses discutir, mientras hablaban brillaban de colores distintos, la justiciera irradiaba un blanco resplandeciente y flotaba junto a un gran árbol con su cabello y rostro angelical, la segunda irradiaba una luz azul-turquesa y aunque intentaba mantener la calma, parecía una ola de mar a lo Hiroshige, el dios ardía un rojo como llama encendida y su furia y emotividad no lograban resolver nada y finalmente con aroma a girasol, la delicadeza de los pétalos de la diosa de los amores sugirió que el amor es siempre la solución, sólo que no sabía explicar cómo…  Chiquita se presentó animada por el espectáculo de color y les dijo, en tanto que afectada directa, que deberían, si pueden claro, ofrecer a la humanidad una luna rosa, que ilumine la noche del mundo con su poder fértil y anunciador de nuevos comienzos para que el despertar en cada ser florezca la esperanza y el coraje para afrontar con valor y sin rendirse. Así hicieron los dioses y reconocieron que en la fragilidad de lo humano se puede hallar las respuestas que la divinidad  carece.

 

 

 

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