Por Cantariega
Esta habitación oculta entre las sombras rasgos de mí, mis miserias, mis flaquezas... transcurro de una esquina a otra y a cada paso suena la madera vieja, como un chirrido que al final me muestra siempre que voy a mi propio ritmo, mi ritmo, sí. ¿Qué es lo que encuentro entre el polvo y los celofanes del azulador? mi esfero de escribirte en la piel un poema, tantas veces soñé caligrafiarte y de paso querernos, pero este esfero tiene cada gota de tinta indemne, es la injusticia del tiempo, la infamia del destiempo. Me miro y casi rehúyo a mi propia contemplación, necesito el coraje de enfrentar la tristeza de mis ojos, la nostalgia de lo acontecimientos no ocurridos, letras de un poema-piel, desvaríos y quereres, en el reflejo estoy sin ser yo del todo ¿se refleja acaso la esperanza del tiempo en espiral? ¿y los mares de lágrimas donde juegan olas-caracolas cuando la cita se cancela de nuevo? Siento que el espejo me achica, como si aún se pudiera, agrando poco a poco el desapego, hago nacer de mis desvaríos los pedazos de tiempo, distancia, agua, letras y querencias, el espejo se rompe porque no soporta, la tinta plasmará en la piel palabras sin pudor ni culpa, y será así: de color azul.
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