Verde, vierte, vertical
Por Cusni
Parecería imposible la tarea, y aun así la disfruto hasta el tuétano.
Aprieto
mis dedos de manos y pies y me lanzo al infinito verde mientras el eco
de los “cuyes” de mis dedos aún resuena en mi mente.
Al caer dejo de ver la masa verde y distingo miles de tótems verdosos de varias alturas.
-¿Cómo voy a encontrarla?-
No lo sé, sólo veo, siento y caigo.
Todas esas líneas verticales, infinitas, verdes despiertan en mí recuerdos de cuando fui más que lágrimas.
¿Cuándo empezó?
Lo primero que recuerdo es el olor a tierra, acompañado de dolor y de sabor a sal en mis encías.
Abro los ojos y solo distingo manchas líquidas que parecen ser de todos los verdes del bosque.
Trato de inspirar y siento como ingresan por mis fosas nasales miles de agujas con forma de cuchillo aserrado, grito de dolor.
¿Grito?
No sale voz alguna.
No logro levantarme, me rindo, me hundo en el dolor y todo se vuelve negro. Negro verduzco
No sé si el golpe fue antes o después.
No sé si primero decidí lanzarme o si sentí primero el golpe en la nuca.
No
sé si el peso que siento sobre mi cabeza aplastándome contra el piso de
bruces es mi propio peso, el peso de mis culpas o el peso de alguien
más que me quiere allí.
Ahora lo sé, alguien más la busca.
Yo la tengo insertada entre el labio superior y el paladar, y alguien más la busca.
El dolor se convirtió en placer y la culpa mutó.
No sé definirla, pero se siente como el verde que me rodea, como el verde que soy, como el verde que vierte de mí.
- Cusni -
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