viernes, 27 de enero de 2023

Escritura creativa

Chiquita

Por Vanessa Padilla

 

Estoy en un cuarto en el que no sé identificar bien el color de los muros, ¿es ocre? ¿adobe? Sí, muros de adobe, soy muy pequeña y aquí no hay ventanas pero no es oscuro, la luz emana del suelo y yo me siento ahí bien cerquita de esa luz para abrigarme tal vez, para no sentirme tan sola, no suena nada alrededor, solo hay sollozos pero son míos y de vez en cuando se oye a lo lejos unos cacareos, el polvo se levanta con uno de mis estornudos, y en esa especie de bruma que se forma con el polvo intento ver formas, trato de hallar compañía, pero es efímero y las figuras se desvanecen, empiezo a dibujar con mi dedo índice de la mano derecha y luego con el de la izquierda, todavía no sé escribir bien pero dibujar eso sé, entonces veo que con ambas manos tengo la misma destreza y juego y juego, pero no sé porqué mis dibujos se borran, los vuelvo a hacer pero se borran, no sé si son mis pies o un poco de viento quienes destruyen lo que hago pero toda mi creación desaparece y no podré mostrársela a mi ñaña cando venga, entonces no sabrá que yo también puedo hacer cosas lindas, y me gustaría tanto que ella lo sepa porque estoy segura que cree que no sirvo para nada, empiezo a dibujar con mis pies trazos anchos y luego dibujo en el adobe, se siente lindo pero todo desaparece y no puedo contener mi tristeza es como si todo lo que saliera de mis manos se volviera nada y no sé bien por qué, solo cacareos y cantos lejanos acompañan mis gemidos, mi ropa es del color de la tierra o después de tanto trabajo el color de mi vestido se mimetizó con el lugar, dejé de dibujar porque sentía que no tiene sentido por eso las lagrimas iban a inundar el cuarto cuando escuché que se acercaba alguien, pero esos no eran los pasos de mi ñaña, es alguien que tiene también el cabello largo y despeinado, cuyos ojos de nostalgia también brillan, se acerca, me acaricia, me seca las lagrimas con su vestido que es como el mío, no me habla, pero en su mirada entiendo todo, dice sin hablar que puedo dibujar sin esperar que me vea mi ñaña porque lo que importa es el hacer y no el ser vista, y si todo se deshace es la oportunidad de recomenzar, su mirada dice no llores chiquita, yo voy a dibujar contigo, y si se borra empezaremos de nuevo, yo le digo también sin palabras que tengo hambre que si me puede conseguir un pancito y ella se va, no tuve miedo de quedar nuevamente sola porque sentía que no me dejaría, mientras la esperaba me di cuenta de que los dibujos por fin se quedaban impregnados y que lo que había dibujado entre flores y las pocas letras que conozco hacían que el lugar se transformara, estaba sola pero ya no tanto, estaba dibujando para mí sin expectativa y solo dejando de ambas manos bailen y en eso empiezo a escuchar la voz de ella casi a la misma distancia que las gallinas tarareando una melodía que me abriga, me alienta y que cada vez que la susurro me hace saber que está conmigo hablándome sin voz, abrazándome y cuidándome para que todo lo que salga de mis manos sea yo la primera en aceptarlo.Y en eso llega mi ñaña con un pan.

 

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