viernes, 3 de febrero de 2023

Escritura creativa

 Mil siento

Por Santiago de la Torre

Tanto la sensación de estar atrapado como la precisión de las instrucciones trajeron en un eco la voz de ese niño en el patio de la escuela décadas atrás.

Todos estaban ya sentados en el interior del bus pero nosotros aguardábamos afuera sentados en el bordillo.
Él me retó y yo lo acepté.
Puso sus brazos en forma de llave de lucha libre rodeando mi cuello y me dijo:
- cuenta diez segundos - mientras apretaba sus brazos impidiéndome respirar.

Justo el sábado anterior mi tío me había enseñado que para contar segundos era indispensable contarlos con ritmo de reloj, no valía contar: uno, dos, tres, etc. Había que contar así:
Mil ciento uno, mil ciento dos, mil ciento tres, mil ciento cuatro, mil siento sinco, mill ciento zeizzz, millllllll ciennnnnnt…

¡Mil quinientas piezas tiene este rompecabezas! - es imposible no tengo ni la capacidad ni la paciencia - pienso y me desespero. Mil cuatrocientas noventa y nueve.
Además ¡Cómo se me ocurre traer como proyecto de ciencias un rompecabezas para armarlo mientras expongo! Mil cuatrocientas noventa y ocho.
Soy un estúpido pienso mientras continúo. Novecientas diez y ocho.
Y por supuesto, solo a mí se me podría ocurrir subirle la complejidad. Seiscientas veinte y cinco.
¿Cómo voy a hacerlo colgado de mis pies desde el techo? Ochenta y ocho.
¡Manteniendo la respiración además!. Veintisiete.
Y, ¡con los ojos vendados! Dos.
Una?… ¿Dónde está la última pieza?

Estiro mis brazos y siento que ya no estoy en el aula.
Me saco la venda de los ojos y estoy colgando de la ventana tres pisos más abajo.
Me libero y empiezo a escalar hacia la ventana de mi clase, no entiendo porque estoy escalando sumergido en agua helada.
Estoy a punto de golpear el vidrio de la ventana para que me dejen entrar cuando de pronto siento que toda el agua entra por mi boca y sale por todos los orificios de mi cuerpo.

Despierto sobre una camilla, siento todo mi cuerpo húmedo, pero es el frío de la piel desnuda cubierta sólo por una prenda de hospital.
No quiero quedarme otra vez con esa frustración, sé que puedo terminar esa exposición y escuchar los aplausos otra vez. ¿Cuántas piezas me faltaban?
Me parece que alguna vez si llegué al final… ¿fue en el accidente?, ¿fue en mi anterior operación?
¿O fue esa vez en el patio de la escuela?

Mis manos se sienten gigantes, mis dedos gordos y duros como chorizo de payaso.
Ese es el problema, no puedo alcanzar la última pieza en el fondo de la bolsa porque mis dedos no se mueven como quiero.

Trato de explicarlo y siento que tengo la boca llena de algodón, no sale ni un hilo de voz.

Miro el reloj del abuelo de mi abuelo… mil siento siete …mmm …mil ciento tres… mil siento…

- Cusni -

miércoles, 1 de febrero de 2023

Escritura creativa

EL GORRIÓN

Por Marlene Arévalo

A nueve hermanos adultos, les resulta complejo hablar con una niña, expresarse
con su sencillo lenguaje, describir los relatos que su imaginación requiere
escuchar.
Cabizbaja y con un rictus de tristeza en mi rostro, añoro que alguien de la familia
me preste atención, juegue conmigo, me dedique un poco de tiempo.
Esta situación hace que busque entretenimiento por mi propia cuenta.
La tristeza se apodera de mi ser, y en varias ocasiones el llanto me acompaña y me
sumerge en un mar de razonamientos y aspiraciones de tipo emocional.
Transcurridos los años y siendo adulta alcanzo a comprender que la destreza de
prestar atención a un niño se desarrolla con el tiempo, con la práctica y con la
voluntad de hacerlo.
Intento consolar a la niña para que no esté triste, es importante devolverle la
alegría.
Me acerco, le digo ¡hola! ¿Puedes ver que un bebé gorrión cayó del árbol? Y pía con
todas las fuerzas de su ser, creo que está muy asustado.
Así me siento yo, responde la niña.
Ver sufrir al gorrión me produce una punzada en el corazón.
Luego de acariciarlo y decirle cuánto deseaban ayudarlo, alcanzaron a ver el nido
en una rama no muy alta del árbol.
¡Tengo que subir! Exclamó la niña, seguro en el nido están su madre y sus
hermanos.
Yo te ayudaré, dijo su amiga y entre las dos tomaron al gorrión y emprendieron el
ascenso que devolvería a aquel tierno animalito a su lugar de origen.
Cuando bajaron del árbol, la tristeza de la niña se había esfumado, sus ojos
brillaban y una llama de alegría iluminó su rostro.
Me pregunto ¿cómo un pequeño gorrión puede ser capaz de transformar las
emociones de una pequeña niña?

Escritura creativa

 UN SUEÑO MARAVILLOSO

Por Marlene Arévalo

Hoy solo voy a relatar lo que soñé esta semana.
Luego de un día ajetreado y lleno de problemas, la hora de dormir se aproxima,
seguramente mi cuerpo y mente se apaguen para retomar la energía corporal y
mental al día siguiente.
Quizá amanezca con la capacidad de pensar con mayor claridad, de tener una
mayor concentración y de ser una persona más productiva.
Una vez en la tranquilidad de mi habitación, cierro los ojos y me dispongo al
descanso, poco a poco voy entrando en un estado de somnolencia, hasta que
finalmente el sueño se apodera de mí.
De pronto, en mi sueño aparece un personaje que a pesar de haber dejado
este mundo hace aproximadamente 40 años, lo puedo mirar como si aún
viviera. Quizá a pesar del tiempo transcurrido lo sigo echando de menos.
Sueño que está junto a la casa de mi hermana Esperanza, ella lo invita a
servirse un café, él no responde, ella ingresa a su casa, cuando sale
nuevamente él ya no está, se ha marchado.
Sin palabras, sin respuestas, sin decir lo que buscaba.
En el sueño yo solamente permanezco como espectadora de este hecho.
Despierto en ese momento.
Pretendo posteriormente continuar el sueño, pensando que podría preguntarle
qué necesita, o quizá él quiera decirme que está bien.
Vuelvo a caer en un sueño profundo, pero mi padre ya no aparece, en la
mañana me despierto con la alegría de haberlo visto en mis sueños, de sentir
su presencia.
Me doy cuenta de que estos sueños son una pequeña parte de mí que está en
negación en cuanto a su muerte, o que sigue vivo en mi memoria.

Despedida

El cielo de la añoranza me cubre, una dicotomía entre calidez en la piel y un frío que penetra hasta los huesos, se va pintando un lila suav...