miércoles, 1 de febrero de 2023

Escritura creativa

EL GORRIÓN

Por Marlene Arévalo

A nueve hermanos adultos, les resulta complejo hablar con una niña, expresarse
con su sencillo lenguaje, describir los relatos que su imaginación requiere
escuchar.
Cabizbaja y con un rictus de tristeza en mi rostro, añoro que alguien de la familia
me preste atención, juegue conmigo, me dedique un poco de tiempo.
Esta situación hace que busque entretenimiento por mi propia cuenta.
La tristeza se apodera de mi ser, y en varias ocasiones el llanto me acompaña y me
sumerge en un mar de razonamientos y aspiraciones de tipo emocional.
Transcurridos los años y siendo adulta alcanzo a comprender que la destreza de
prestar atención a un niño se desarrolla con el tiempo, con la práctica y con la
voluntad de hacerlo.
Intento consolar a la niña para que no esté triste, es importante devolverle la
alegría.
Me acerco, le digo ¡hola! ¿Puedes ver que un bebé gorrión cayó del árbol? Y pía con
todas las fuerzas de su ser, creo que está muy asustado.
Así me siento yo, responde la niña.
Ver sufrir al gorrión me produce una punzada en el corazón.
Luego de acariciarlo y decirle cuánto deseaban ayudarlo, alcanzaron a ver el nido
en una rama no muy alta del árbol.
¡Tengo que subir! Exclamó la niña, seguro en el nido están su madre y sus
hermanos.
Yo te ayudaré, dijo su amiga y entre las dos tomaron al gorrión y emprendieron el
ascenso que devolvería a aquel tierno animalito a su lugar de origen.
Cuando bajaron del árbol, la tristeza de la niña se había esfumado, sus ojos
brillaban y una llama de alegría iluminó su rostro.
Me pregunto ¿cómo un pequeño gorrión puede ser capaz de transformar las
emociones de una pequeña niña?

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