
Las Instrucciones para cantar de Cortázar no bastan para resolver las preguntas sin respuesta con que se atraviesa el campo de la fisiología de un simple rumor; el aparato fonador perdió su estrofa y al ser humano le queda solamente hacer un cuarteto consigo mismo, una polifonía desierta, sin vibración, sin orquesta, sin auditorio ni ovación.