Lo normal es lo común,
la misma lentitud y negligencia de cada día,
que... ergo: es lo normal.
Lo normal es el estancamiento de las mentes
y los cuerpos en el charco de su propia indisciplina.
Lo normal es que nada pase y que eso sea todo.
Lo normal va en contra del tiempo,
del respeto, del progreso,
sin embargo, deje así,
así mismo es lo normal.
Lo natural es orgánico, fluye,
tiene ritmo, es musical, es vivo.
No quiero ser normal, quiero ser natural.
Que las agujas del reloj tengan la dirección correcta
que los ojos con alma puedan mirar más allá
que el aire se respire y no se contenga
que los gritos sean de euforia y no de frustración
que las caricias sean dadas
que los abrazos sean dados
que los besos se repartan
que los susurros tengan noble aliento
que los proyectos con objetivo no se queden en hipótesis
que los mapas se los haga a cada paso
que los conciertos con música viva tengan guitarra, voz y piano
que las pinturas incluyan flores y/o mariposas de Macondo
que no se esconda la gente de lo que le corresponde
que se asuma la importancia del que quiere danzar
que se bañe uno en el ritual de la cascada
que debajo de cada piedra haya una excusa para cavar más hondo
que la espada corte lo normal
que la palabra vibre sin idioma
que los cuerpos amen y las almas sueñen...
Osea, mejor dicho:
Lo normal y lo natural... no son sinónimos.
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