...Hace años
vivió mi burro en Malacatos, le gustaba la cachaza y la melaza del mismo
trapiche donde la señora Petito y el abuelito Segundo compraban la panela para
endulzar el café que ella cosechaba para tostar, moler y hervir.
Sabemos
todos, por el aroma que perdura, que a la sombra de frondosos cafetales él le
pidio que lo aceptara como esposo y ahí es donde se enamoraron hasta hoy y para
siempre.
Tomamos
café juntos, yo no puedo verlo, porque no todo puede ser visto con los ojos,
pero está ahí bebiendo de su taza un café bien caliente, como le preparaba ella
con sus manitos de papel de seda...
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