viernes, 24 de abril de 2015

Qué le pasa a la muerte que viene lenta



Para Lautaro

Las noches de no dormir se cobijan con tantas dudas. La primera sábana sobre el colchón: ¿qué le pasa a la muerte que viene lenta? que nos lleva a caminar con los pies deformes, adoloridos, con el sudor en la frente, en el cuello. ¿A dónde quiere llegar?, ¿qué tan lejos puede llegar?

La segunda sábana y primera cobija causan un dolor nostálgico, abrumador, servido con el café del desayuno junto a la fruta picada, ahora sé que la miel de abeja es más amarga mientras más llanto se derrama en ella; la muerte de cada noche, muerte temblorosa, que no se atreve a llegar, que tiene dudas, muerte infame que se lleva lo que no tiene y deja la cama vacía para que tampoco tengamos nosotros. Ni los rezos ni los abrazos apaciguan aquella hiel, muerte obscena que se lleva a cuentagotas la parte del corazón que menos sangre bombea, ese músculo sublime que en nosotros sigue latiendo, a ese no se lo lleva la muerte.

Segunda cobija y el vacío nuevamente apoderado del sentir, de los alientos desgastados que no consuelan, de los limones sin semilla más agrios que jamás, Lauta amaneces nublado, con las gotas a punto de caer, con la nostalgia adherida, con la mirada perdida, con el cielo apagado, el calor entumecido, las flores silvestres domadas, las sonrisas caídas, los brotes de violencia a flor de piel, los brazos atrincherados, las toronjas marchitas, las expresiones almidonadas, los manjares putrefactos y los espejos rotos mostrando solo por partes la tristeza de lo efímero en el reflejo de cada instante, el recuerdo de quienes se introducen el en camino y los poemas que no sé cómo escribir.

Amanezco taciturna, anochezco pálida con los labios en una luna creciente que mengua antes de brillar; callados, secos, faltos de sonrisas, las personas gritan sin hablar, sin decir ni una palabra, la tos seca que dice mucho más, visitas una tras otra, invadiendo tu burbuja, en la que por primera vez tengo una responsabilidad cierta y ahora un cumpleaños que nunca más se cumplirá, no llegará el día, tal vez ni el mañana, tampoco la noche.

Y ahora el cubrecama, te olvidas de respirar y te despierto con un beso en la frente y una caricia en la espalda, no olvides inhalar por lo que más quieras, no llores de cansancio, estamos aquí.

Y vuelve unos meses después la muerte, insaciable, cuando nos habíamos olvidado de ella, regresa a atormentarnos, a apresurarnos, a hacernos sentir impotentes, solos, vulnerables, desabridos, muerte que vienes tan lenta, nos dejas la incertidumbre de que  tal vez te detengas en otro rincón, pero vuelves a acercarte a olfatearnos a dejarnos tu hedor, muerte osada que arrancas a cuentagotas las sustancias de vida, la sangre que no dejas que bombee, enlútate a ti misma y abandona este sitio, haz un viaje largo no de ida por vuelta, muerte que nos estás probando con tu lengua seca, sin saliva, sin aliento, nos saboreas como si no hubieras probado un sabor así jamás, te deleitas con las lágrimas que en nuestras mejillas se abren paso, te refugias en los ojos hinchados, en el papel con que secamos nuestras lágrimas, en las bocas abiertas y los párpados caídos.

Déjanos nomás ese vacío grande como aquel con el que nos acabaste al arrebatarnos a Angélica, Leonidas y América, porque aún creyendo que sí, no te los has llevado, muerte ingenua. El Lauta también se queda acá, con su corazón grande, no el de la insuficiencia cardiaca, sino el de la suficiencia para brindar amor, regaños y ternura. Muerte vaga no eres tan grande para llevártelo de verdad, su corazón que creció tanto no lo avanzas, no te alcanzas, mucho menos el recuerdo, y ni hablar del cariño. El ejemplo de lucha queda impregnado como la mejor herencia que nuestro hermano, tío y amigo, nos pudo legar. Gracias Lauta por amar la vida y por enseñarnos con tu ejemplo la voluntad ciega de vivir.

miércoles, 22 de abril de 2015

Pozo de deseos



Desde hace varios años, 3 ó 4, el pozo de piedras grises dejó de humedecerse como era su costumbre y las piedras que trataban una a una de bajar hasta el fondo para que las demás pudieran escuchar el eco de su llegada al agua se cansaron de intentar porque ningún sonido podía ser evidencia de que quedara nada mojado ahí abajo aparte de las luces negras que se proyectaban desde el fondo iluminando de oscuridad hasta un poco más abajo de la boca donde las luces eran de otro color dependiendo de las horas del día o de la noche que pasaban con un aspecto metamorfoseante que intentaba disimular que un minuto no era igual a otro, aunque de cualquier manera era bastante obvio que cuando caía otra piedra intentando algo que sabía que no iba a lograr, todos los centímetros cúbicos de agua que no había se preparaban absurdamente para producir un clic repetitivo que redunde entre las luces negras proyectadas.

A 50 metros: una habitación de grandes ventanas y por supuesto grandes cortinas, y las ventanas con rejas de formas diversas para adornar y no despertar nuevamente la fobia al claustro que ella tenía, estaban siempre en la misma posición y ella cavaba de a poco un agujero para intentar salir de ahí cuando la puerta no funcionaría porque no la iba a conducir a donde el hueco que construyó. Sí, porque desde hace varios años, 3 ó 4, su cuerpo se olvidó de desear y nunca más pudo responder a los besos que le daban, sus labios se paralizaban porque temían la agresión que reemplazaba a la caricia: todo por no saber desear.

Sin otra luz que la negra y con el diámetro de casi medio metro ella se conducía por fin en su agujero de conexión lograda desde los 50 metros de la habitación de ventanas, cortinas y rejas grandes hasta el punto aquel desde el que se proyectaba luces negras, y claro que le tomaba algunos años, 3 ó 4, que no eran unos iguales a los otros para llegar de un punto al otro pero cuando llegó las piedras dejaron de caer para no lastimarla porque ya era suficiente con estar igual de seca que el pozo pero si ella quiso llegar hasta ahí era porque sabía que ese era un lugar de deseos donde podría aprender a responder a los besos cuando de tanto desear su cuerpo humedezca las piedras caídas.

lunes, 20 de abril de 2015

Las palabras




No recuerdo cuáles son las palabras que busco, con olvido es más difícil hallar, tenían un tono dulce, una pronunciación apretada, un suspiro extraño, un ahorro en las letras que no sé bien si es sonoro...

jueves, 16 de abril de 2015

A Claudia Noboa

... y sé que ningún fuego puede extinguir la voz
cuyo canto en azul, tiene forma de libertad. 


domingo, 12 de abril de 2015

LAPIDOSA NOCTURNA



Por y para Sebastián

Era una cama de plaza y media con las tres cobijas más suaves posibles de hallar en el mayor cajón del armario de cosas desusadas. Y es que era la primera vez que ellos no estarían cuando terminara el ritual de aseo en el que cada detalle puede trascender: las cerdas del cepillo con los gramos exactos de pasta refrescante después de la ducha aquella que deja manchas rojas informes, y de tres cuartos de vaso de leche tibia para un sueño con cantidades exactas de calcio. Ya estuvo el cepillo y la pasta, una ropa ligera, un número determinado de sujetos afelpados para que disfruten de mi compañía o más bien para que acompañen a los párpados cuando vayan más pausados y vuelvan a aparecer las luces rojas-verdes que en algún momento intentaban distraerme con sus movimientos entrecortados. De repente llega un ruido sordo que golpea la ventana atravesando las grandes rejas y resonando con las vibraciones graves de un bajo que se tocaba sólo cuando la lapidosa chocaba a velocidades altas aún teniendo baja estatura. Un escalofrío se apoderó de mi cuerpo, y ahora era el escalofrío quien desde ahí en adelante temía que las alas de la lapidosa nocturna y gorda lograran abrir la ventana para entrar y atacar al escalofrío que quería deshacerse en sudores para que vuelva a ser yo y no él quien tuviera miedo al cosquilleo de esas alas en la piel entrecobijas.

jueves, 9 de abril de 2015

Juego de palabras





Esto es sólo un juego, y en este término es donde se justifica todo; es un espacio de sinsentido donde la argumentación está dada en que el inicio y el fin son solamente la unión de fragmentos inconsecuentes que se anulan en la repetición constante del intento de determinar las reglas de aquel todo, que es sólo un juego.

Una secuencia de fragmentos inconclusos e indeterminados, contenedores de huellas y sensibilidades que serán anuladas en el repetitivo pisoteo inevitable al que estas piezas se hallarán sometidas por ser una metáfora de la cotidianidad que se representa a través de un juego de palabras que juegan a los roles del azar sin que haya un premio más allá del juego en sí mismo, jugando por el reconocimiento del yo como triunfador, como no-perdedor, como quien vence para no ser vencido.

El jugador buscará ganar y lo hará porque aunque haya que fragmentar, los fragmentos se cortarán hasta no quedar parte posible por dividir, ese será el fin del juego, aunque el fin sea aquí sólo el punto de partida.

a)     Rompecabezas.- juego de paciencia; fragmentos desordenados que pueden unirse entre ellos o permanecer incompatibles según el nivel de tolerancia que una pieza cóncava o convexa tenga con respecto a la otra.

b)    Texto.- juego de palabras; discursos armados y desarmados con los que el jugador intenta mantenerse dentro del juego. Comodín con el que puede o no haber coherencia, pero no puede faltar convicción.

c)     Piel.- juego de sensibilidad; del latín pellis, se extiende sobre todo el cuerpo y se presenta fragmentada y vulnerable frente a la posibilidad de que el jugador, a partir de pisoteos, borre de su superficie las huellas, color, olor, sabor y textura que alguna vez tuvo.

El juego intenta mostrarse como una metáfora de la individualidad, que más que presentarse como ideología se presenta como actitud, como estrategia, como mecanismo de supervivencia social; la competencia, el reconocimiento, ganar o perder, manejar una ficha o ser una de ellas, todo esto está presente no sólo en un juego, sino también en casi todas las actividades en las que un individuo interactúa con otro.

En este ejercicio las piezas de un rompecabezas, cubiertas de imágenes de piel y portadoras de las palabras que argumentan este proyecto, se hallan esparcidas en el suelo, el espectador podrá pasar sobre ellas como pasa el jugador sobre su contrincante, y podrá armar con estos fragmentos un discurso cualquiera, con el cual permanecerá dentro de un juego cuya validez se da en la intervención que realice el jugador, y en la intención que este tenga al jugar.

Los límites se hallan en el intento de ironizar al discurso en la deconstrucción de las frases que simultáneamente se deconstruyen para crear la posibilidad de armarlo o desarmarlo sin un orden... o con uno, o con más. El discurso puede formarse de la manera que sea, sólo necesita de aquel ingrediente tan bien manejado en sectores determinados del espacio artístico plástico: “palabras”; cuando las tenemos muchos solemos procurar hallar verbos, de preferencia regulares que se conjuguen en tiempos simples o complejos, que se combinan y por medio de derivados verbales forman frases de modo infinitivo e indefinible.

(Es esencial en muchos casos hacer énfasis en acentos y tildes para evitar ambigüedades gratuitas, aunque a veces pase por alto el mal  uso de jotas, ges, yes, elles, ces, eses, zetas y demás).

REGLAS:

Este es un juego de sonidos, si no los escucha ahora, probablemente no ha cumplido aún con los requisitos de frecuencia de la unidad de cualquiera de las partes de los períodos iguales de tiempo en que se marca el ritmo de las frases.

Existe un número determinado de ondulaciones de un movimiento vibratorio que necesariamente usted debe receptar para poder iniciar esta partida, si sus sentidos no la percibe, por favor, inténtelo más tarde. En caso de que haya cedido a estos agentes, debe tener muy en cuenta las señales de reglamentación con las que se marca un sinnúmero de prohibiciones y obligatoriedades.

Usted puede tomar estas fichas y colocarlas en el sitio correspondiente según el discurso con el que se envolverá la piel para protegerse de sus competidores que intentarán formar series de frases extensas para cubrirse también.

No olvide que desde este punto ( . ) usted es un jugador más y está propenso a retozar; su objetivo es ganar; el juego siempre ha sido parte de su naturalidad y ahora lo es también de su artificialidad. El triunfo depende de la estratégica astucia con la que logrará invertir las reglas de este juego de sonidos que si no los escucha no quiere decir que no están sonando.

Si los sonidos lo envolvieron hasta que su pie marque el ritmo con un leve golpecito contra el suelo, usted pasa a un nuevo nivel, el de las luces, aquí es donde usted deberá manejar las sombras para ocultarse y/o mostrarse en ellas según corresponda, los co-jugadores procurarán usar las luces para evidenciarlo en sus fallas y para recalcar reiteradamente las transgresiones, (por mínimas que sean), que usted realice dentro o fuera del juego. Los “otros” sabrán usar también las sombras para verlo de mejor manera, es esa una de sus estrategias, han aprendido a ver del lado oscuro, por lo tanto por más que usted se oculte, igual será observado, aprenderán de sus tácticas y su desenvolvimiento deberá ser más cauteloso.

Para continuar deberá tomar el dado de la ficha 21 que contiene del 1 al 6, láncelo y según el número que el azar le haya otorgado sabrá si un número par o impar es quien dirige la disciplina emocional con la que usted acepta que sea una caja de números la que decida cuánto avanzar o retroceder.

El número 1 quizás sea el más apropiado cuando sienta la necesidad de ser el único y el primero, en el tres hay un subjuego interesante de ocultar y seducir cuando el 1 y el 2 han llegado a la monotonía, ahí es cuando el 3 aparece tratando de eliminar al 2 usando a la demencia como recurso para no dar explicaciones; el 4 tiene estaciones cálidas y frías que pueden contrastar una muy deliciosa piel morena con la excesivamente pasiva tez blanca que ojalá se junten en el 5 de los sentidos para que el juego vuelva a los sonidos, siga a las luces, llegue al nivel de los aromas y saboree la sal que las pieles contrastadas expiden cuando acarician; si el número es el seis, ha conseguido la numeración más alta, aquí la fortuna es relativa, si cree que todo es mejor en gran cantidad, abandone el juego ahora, hágalo de cualquier manera porque ninguna de las escaleras con las que pasaría de un nivel a otro se encuentran disponibles a menos que pueda volar, si usted sabe volar no puede jugar este juego porque está diseñado para quienes se mantienen en los límites establecidos, de ahí que las reglas tienen la importancia que tienen, si usted vuela podrá atravesarlos sin ninguna imposibilidad, entonces el juego dejaría de ser juego. Si usted se halla sometido a las reglas, las trampas que ha hecho desde el inicio lo descalifican irreversiblemente, porque al no escuchar ningún sonido, usted no estaba preparado para empezar, usted no debió haber continuado ¿Por qué lo hizo? Seguramente tampoco pudo realizar el lanzamiento del dado, ni atravesar niveles sin volar y sin escalera.

Este juego no está hecho para usted, pero no se aflija, es solamente un juego que podrá reiniciar cuando quiera hacerlo y si es que lo quiere hacer, mientras tanto usted ha perdido, esta vez el juego le ha ganado.

Este es solamente un juego, de sonidos, de luces, de azar, de paciencia, de palabras y de sensibilidad, un discurso más, construido igual que cualquier otro, con una intensión, pero sin ningún fin.

Despedida

El cielo de la añoranza me cubre, una dicotomía entre calidez en la piel y un frío que penetra hasta los huesos, se va pintando un lila suav...