sábado, 22 de agosto de 2015

Comentario de mi amigo Leonardo Loayza sobre el libro "Historias de trapos"


Mi querida Vanesa y sus “Historias de trapos”
Antes de que me quede en blanco y se me escapen las ideas que intento escribir sobre tí, pido clemencia por lo primario de mi lenguaje y lo desordenado de los párrafos que resultará al final. (que como tú dices no es el final sino el cierre de un ciclo, parte de otro, solo juego de palabras, o algo así….)
Mi primer intercambio dialéctico contigo tuvo ocasión un día, cuando agarrados de tu mano artística recorrimos la Reserva de Arte Contemporáneo, de lo cual, estoy seguro, algo debe haber quedado en la mente de mi hijo de siete años a esa fecha. Luego hemos dialogado algunas cosas, a veces con algo de tiempo y otras al apuro, aprovechando al máximo los minutos que podemos robar a esta camisa de fuerza cual es el servicio público, (por no decir el servicio a la burocracia, palabra que hoy se explota en detrimento del trabajo que algunos sí hacemos a conciencia, pero que desgraciadamente a nosotros sí nos corresponde servir a la burocracia).
Como hemos de ser sinceros y hemos de desnudar nuestra amistad, (por ahora solo de mi parte), paso a mis percepciones sobre ti. Desde ese primer día nos “caímos” muy bien, (al menos eso espero) y me emociona cada vez que nos encontramos, porque de por medio está un fuerte abrazo y un beso de amigos, aliciente apropiado para levantar el ánimo si algo no andaba bien a ese momento. Con ello me he alimentado de tu sensibilidad que la llevas a flor de piel, aunque si me porto egoísta quisiera que dicha forma de saludo fuera solo para mí.
Luego lo de tus inquietudes, estudios, literatura. Tu manía de tragalibros que me involucra con aquellos capaces de hacer un pequeño listado de los libros que han pasado por nuestros ávidos ojos.
De pronto me sorprendes con que trabajas en la PUCE, y mi sorpresa no es porque yo crea que para ello no tengas capacidad, sino por tu juventud, (en apariencia usted es una adolescente), que después de esto ya no estoy para dar consejos sino para aprender de ti.
Pasemos ahora a tus trapos: Creo que el primer aviso de tu exposición lo recibí por correo y, aunque no lo creas, solo contesto  o llamo al celular a los que en verdad me interesan, (en realidad muy pocos: tú, él, vosotros, ellos). Como recordarás no pude asistir a la inauguración, pero recibí el libro alusivo de tus propias manos. Empecé a leerlo y llegué como hasta la mitad, antes de salir de vacaciones. Luego al regresar de las mismas me han cautivado otros títulos y lo he puesto en lista de espera (hasta hoy). ¿Mi opinión? En realidad no tengo opinión pero opino que tus textos desbordan metáforas, sensibilidad, soledad, literatura circular (¡qué invento el mío!), pasión, sentimientos, amor…Si fuera religioso conservador dijera que las siete virtudes teologales juntas, sasonadas con ciertas experiencias oníricas que te hacen delirar.
Pero en realidad mi opinión tendrá muy poco peso para ti porque mi sensibilidad llega  a lo común y primario, debido a mi formación con números, espacios, fórmulas, teoremas, reglas, matemáticas, presupuestos…y lo máximo que podría decir es… ¡Muy lindo! ¡Muy bonito! ¡Muy interesante!, ¡muy bien escrito!
Sin embargo me he deleitado con la lectura de tus profundos y poéticos textos, aunque gramatical o estéticamente no sea capaz de emitir aquellas opiniones expertas, pero que quienes las emiten, de tanto serlas, se vuelven ininteligibles y yo no quiero opinar así.
Hoy estoy escribiendo esto porque recibí un último correo recordándome la promesa que te hice de visitar tu muestra. Lo haré me dije, y aproveché unos 15 minutos que me sobraron de un almuerzo a la carrera. Luego de averiguar al señor guardia en dónde estaba “Historia de Trapos”, me dijo que en el primer piso a la izquierda. Subí las gradas y a lo lejos (¡Qué buen ojo!), divisé las letras cursivas de tu muestra. Antes de entrar a la sala, el señor José María Velasco Ibarra, quien se encontraba detrás de una mampara de vidrio a la entrada, me decía con señas que no era ahí sino arriba. No le hice caso y pasé. Todo ese tiempo (15 minutos), estuve solo. Empecé a recorrer y me encontré con que la historia de trapos era el mismo libro que me regalaste, enmarcando miniimpresiones  gráficas y muy pocos elementos un poco… ¿?????
Te preguntarás para qué tanto testamento para decir, al final, que no entendí. No es mi intención, pero confieso que esperaba ver más trapos. Con esto quedo en evidencia de que tengo algún tipo de sensibilidad cuadrática, a lo mejor PV, ignorante en arte, que ya no alcanza a comprender aquellos embustes o provocación del arte moderno.
Me quedo con el libro….
Te lo dije, puede salir cualquier cosa porque se escribe de un solo tirón, pero te la envío con todo cariño.
Saludos y besos

Leonardo Loayza





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