domingo, 5 de abril de 2020
Vigésimo día
Lo admito, hoy estuve insoportable, un sentimiento que me apretaba el pecho me acompañó desde la mañana, una mezcla de tristeza, rabia, impotencia... hicimos nuevamente el tratamiento de la cobra y más tarde en la ducha pedí que el agua se llevara esa sensación que me agobiaba, el agua ayudó mucho, el agua y el café y luego recordé que Xocé me recomendó tomar sorbos lentamente, no recuerdo si eran siete u ocho, pero eso también ayudó. No puedo quejarme del encierro que tengo, tengo gratitud con la vida porque mi confinamiento es privilegiado, no sé si fue nostalgia, hormonas o la frustración de ver como destruyen a mi país con tanta crueldad, y sin una pizca de compasión, lo que está pasando en el mundo es muy duro, pero lo que pasa en Ecuador es espeluznante. Tengo tanta suerte de saber que mi familia ha tomado la decisión correcta, y la cita virtual de cada día es la vitamina para seguir. Hoy vimos a Anita y su perro Chocolat desde el jardín, pero hoy hubo demasiada gente paseando, más de lo habitual (en tiempos de confinamiento). Con Sofía nos balanceamos en el columpio mientras nuestra pequeña tortuga George deambulaba entre las flores.
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