miércoles, 13 de mayo de 2020

Quincuagésimo octavo día

El ejercicio de escribir regularmente que ahora practico en el confinamiento me recuerda a cuando estaba más joven y andaba de acá para allá siempre con un cuaderno y mi esfero azul, escribía tanto y con cualquier motivo que la mina del esfero se vaciaba, por eso andaba a traer más, viajaba sola a muchas partes, me sentaba en alguna cafetería, bar, esquina, terraza... para escribir, de ahí salían canciones, cuentos, mis trabajos de arte y mis historias de trapos, años antes andaba también por doquier pero con papel y lápiz haciendo apuntes para pintar, bocetos de cuadros o de cuentos, la inspiración llega siempre en el momento menos pensado y hay que estar lista para que las ideas más lindas no se escapen, a veces reviso los apuntes semanas más tarde y me doy cuenta de que hay una fuerza increíble que me hace mediadora del proceso, no siempre estoy consciente de lo que escribo, y a veces me gusta mucho, otras veces menos, pero lo que es chévere es que sin importar lo imprudente que pueda ser, lo que estará escrito será siempre sincero.

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