domingo, 10 de mayo de 2020

Quincuagésimo quinto día

Desde hace años la Señora Petito tiene la generosidad inmensa de venir a mi sueño y al de mi mami en el día de la madre, su partida nos daba tanto dolor hasta que se dio cuenta que viniendo a nuestros sueños nos alentaba y calmaba la angustia, la misma mujer que sembraba café, lo cosechaba, lo tostaba, lo molía y lo enviaba amorosamente para que nunca nos falte una taza con cada comida, es la que nos dio siempre ternura y cariño, siempre, cómo esperábamos el mes de agosto para ir a Loja y elegir en el armario unas colchas de colores tejidas por ella, siendo niña una vez me caí en su patio, me lastimé la quijada y ella con sus manitas de papel me sostenía y me llevaba a la botica para que me curen, no me dejé coser, por eso tengo la gran cicatriz en el rostro, pero mi abuelita me cuidaba con tanto amor, su sencillez, carácter (las mujeres de la familia saben a qué me refiero), puntualidad e independencia son un ejemplo para mí. Gracias Señora Petito por volver siempre.

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