lunes, 25 de mayo de 2020

Septuagésimo día

3 semanas a partir del nacimiento de Sofía estuvimos hospitalizadas, yo unos días menos que ella, el dolor físico de la cesárea es soportable, hay muchos dolores de los cuales se construye una idea extrema, pero cuando pasan, la alegría que ocupa ese espacio es mayor, no siempre, yo hablo de mí que tengo tanta suerte. Sofía era chiquitita y estaba en una termocuna, cada 3 horas teníamos derecho a tenerla sobre nuestro pecho piel a piel, tuve que volver a casa después de dos semanas, sin ella y fue ese el desgarramiento más grande de mi vida, ni siquiera cuando dejé mi país sentí un dolor tan hondo, lloraba toda la noche, a las 5 de la mañana ya estaba en la neonatología hasta el anochecer, era imposible dormir teniéndola lejos, su olor maravilloso me envolvía. Hubiera querido hacer para Sofía una versión de "El libro de Manuel" del gran cronopio, hacer "El libro de Sofía", el ejercicio habría consistido en coleccionar recortes de periódicos sobre lo que pasa en el mundo para que cuando sea grande pueda conocer la realidad de cuando crece, pero no pude, no quise, me rehusé a colectar noticias sobre la realidad, y no es que quiera que ella lo ignore, es que ahora mismo no quiero explicarle, por ejemplo, que a un país tan lindo como el nuestro lo destrocen como lo han hecho, ahora mismo mientras escribo esto, en las calles gente con valentía y locura se arroja a la lucha por sus derechos, mientras que con total cinismo ese poder cruel, miserable e indolente se burla del pueblo, lo vulnera, lo agrede. Mi solidaridad no basta, pero le rindo homenaje a quienes luchan por lo que aún queda de país.

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