Por Marlene Arévalo
Todas las tardes
al salir de la escuela
le decía a mi abuela
voy al lago, no te enfades.
El lago me da paz,
libertad y sosiego
pues no te lo niego,
en él hay un ave muy suspicaz.
Se alegra con verme,
yo la acaricio
y sin ningún prejuicio
en mi pecho se aduerme.
su canto es un raudal de armonía
¿dónde guardaste el nido?
seguro un hacha ha destruido
el hogar donde acampar solía.
Una tarde lluviosa
con un intenso frío,
acudí al lago a costa de un resfrío
¡aparece amiga! No te hagas la graciosa.
De pronto la encuentro
tendida a la orilla
me puse de rodillas
pues estaba sin vida.
Personas sin conciencia
por puro placer
y no tener qué hacer
no tuvieron clemencia.
Murió en la paz del lago
y remontó su vuelo
ahora está en el cielo,
me quedo con mi llanto.
Mataron a mi amiga,
confidente y compañera.
Dios sabe cuánto diera
porque a mi lado siga.
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